miércoles, 3 de julio de 2013

Cocinándose a fuego lento

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Después de llevar más de dos años en situación de desempleo, un conocido me dice, sin ocultar su satisfacción, que ha comenzado a trabajar en el astillero de la ciudad con perspectivas de continuar al menos durante catorce o quince meses. Pasadas un par de semanas volvemos a encontrarnos en una tienda del barrio, aunque en esta ocasión sus palabras, acompañadas de un gesto serio y una mirada exenta de eufemismos,  dibujan flechas de recelo surcando un cielo de  intenso desencanto y hastío:   ''ya ves compañero, quienes hablan de luz al final del túnel, parece que tienen la intención de retirar la pila de la linterna con la que comenzaba a ver de nuevo el camino. ¿Es normal  que un país con tantos kilómetros de costa pueda quedarse sin un  sector como el de la construcción  naval? ¿Creen que la recuperación de esta industria, con profesionales forjados a través de años de aprendizaje y experiencia, es como poner en marcha un bingo? Se anuncia  a bombo y platillo que llegarán desde Europa 2.000 millones de euros destinados a impulsar la creación de empleo juvenil, pero no comentan nada acerca de los miles de puestos de trabajo puestos en riesgo en un sector industrial vivo y con siglos de tradición''.  El descrédito de la política europea sigue cocinándose a fuego lento y con mucho mimo.