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Según he leído hace unos días en la prensa digital, una estadounidense
de 73 años ha interpuesto una denuncia por incumplimiento de contrato contra la
adoptante de su gato porque no le dejan compartir la cama con el matrimonio,
alegando que en esas condiciones no habría dado en adopción a la mascota que
vivió con ella hasta el surgimiento de la enfermedad que le ha impedido
continuar prestándole la atención debida. Una noticia que invita a reflexionar
acerca del papel de las personas y los animales de compañía, un caso que da
lugar a pensar si los hábitos adquiridos por un gato doméstico deben prevalecer
sobre los derechos de sus dueños. ¿Tienen menos sensibilidad quienes no
permiten dormir a los animales en su mismo lecho? Una cosa es sentir cariño y
tratar con respeto a las mascotas y otra asignarles comportamientos y
necesidades humanas.