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La radio hace
compañía, estimula la risa, crea asombro, imprime ritmo, nutre la mente, exhala
esperanza y genera lágrimas de indignación o tristeza. Escuchando el testimonio
de una mujer que, hace más de trece años, sufrió el secuestro, la violación, el
apuñalamiento y el posterior abandono entre la maleza pensando que estaba
muerta, me vino a la cabeza el gesto que tuvo el cantante Alejandro Sanz
durante un concierto ofrecido en México, interrumpiendo la actuación para
reprobar la conducta de un hombre que maltrataba a una mujer. Y es que, según
lo manifestado en las ondas por la víctima que sobrevivió a la agresión
referida anteriormente, además de las secuelas psicológicas y físicas padecidas
desde entonces, aún siente las punzadas causadas por la expresión del
magistrado (en referencia al violador) que atendió y se hizo cargo de su
denuncia: <> Aunque el avance no alcanza la velocidad y profundidad
deseada, parece que el tratamiento de impermeabilización social
aplicado ante la copiosa y tradicional lluvia de atropellos y comportamientos
machistas va arrojando resultados satisfactorios.