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Con el transcurso del tiempo y el
embestir repetido de las olas contra la costa, el mar erosiona y
resquebraja las rocas, conquista espacio sin echar la vista atrás y
transforma un litoral que trata de preservar la figura. Y,
cuestiones sociales que hasta no hace muchos años tenían la consideración de
contornos naturales estables, parecen estar debilitándose día a día
debido al choque incesante de las olas reivindicativas del progreso. La
violencia de género, la criminalización y discriminación de la homosexualidad,
el acoso escolar, el hostigamiento laboral o el maltrato a los
animales son prácticas que no gozan de buena prensa; el viejo
colchón de comprensión y connivencia cultural sobre el que se descansaba
plácidamente y tenían buenos sueños tras repartir abusos e injusticias,
pierde consistencia de manera paulatina y resulta cada vez más
incómodo. Queda mucho por hacer, sin duda, pero existe un frente de concienciación
y sensibilización social que crece y avanza con la fuerza de la razón en
las manos.