Paz y respeto

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Diario Público>Opinión>cartas del lector (01/05/10)

Ultimamente se pueden leer y escuchar numerosas opiniones respecto a la calidad de la transición política española, que tras cuatro décadas de régimen dictatorial dio paso a la actual Monarquía parlamentaria. Obviamente, afirmar que fue modélica siempre será una cuestión discutible, pues cualquier acuerdo o negociación en el orden político y social es susceptible de mejoras, pero ¿es correcto o apropiado asegurar que fue un fiasco?

Es de suponer que los representantes políticos democráticos y progresistas que protagonizaron aquel complejo proceso deseaban un resultado distinto, aunque también eran conscientes de los límites existentes, estaban secuestrados por las delicadas circunstancias del momento.

Respetando las legítimas críticas vertidas hacia aquella etapa y la posterior evolución democrática, la realidad es que hemos experimentado un progreso notable en derechos y libertades que, con mayor o menor acierto, hemos elegido y forjado entre todos.

El recorrido para alcanzar una sociedad más justa y equitativa aún es largo y no exento de dificultades pero, sin duda alguna, la forma más eficiente e inteligente es continuar avanzando como hemos hecho durante los últimos 32 años: acordando y discrepando desde un clima de paz y respeto; a ser posible, con más educación y cortesía.

Antipatriota

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Leo que el candidato del Partido Liberal Demócrata del Reino Unido, Nick Clegg, está siendo tildado de antipatriota por algunos medios de tendencia conservadora debido al contenido de un artículo que escribió hace unos años, en el que instaba a los británicos a desterrar los sentimientos de recelo o reproche hacia los alemanes por el inmenso sufrimiento ocasionado por el nazismo en el pasado.

Las llamadas o acciones que pretenden crear una atmósfera de amistad y convivencia entre los pueblos, ¿deben ser reprobadas y penalizadas o aplaudidas y amplificadas? Para prevenir el horror provocado como consecuencia de la crispación y el calentamiento del clima social es necesario reducir o eliminar la emisión de los contaminantes mentales que conducen al irracional y cruento enfrentamiento. Cultivar la concordia y el entendimiento entre naciones, culturas e ideas diferentes ¿es un acto de deslealtad hacia los intereses del país y sus ciudadanos?

Protocolos políticos para activar la alarma

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Hay voces políticas que, aludiendo a las manifestaciones llevadas a cabo por distintos actores de la sociedad, exponen que la democracia está en riesgo. Pero ¿a qué clase de actos o actitudes se refieren los defensores de semejantes reflexiones? A las muestras de apoyo al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón; a las concentraciones realizadas en contra de las leyes aprobadas por el Parlamento para desarrollar y ampliar derechos de la ciudadanía; a las declaraciones que ponen en duda la labor de las instituciones del Estado encargadas de depurar los indignos y corruptos comportamientos de ciertos políticos; a los discursos que invitan a mantener una visión negativa y discriminatoria hacia determinados colectivos de inmigrantes…Curiosamente, los protocolos políticos para activar la alarma democrática no son estándar, pues la confección de los mismos suele supeditarse a los intereses partidistas y no a los generales.

Hay que ser un profesional y tener mucho arte para hacer trucos de magia sin que los espectadores lleguen a descubrir sus secretos.

Cuestión de gustos

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Como bien es sabido nunca llueve a gusto de todos, y las noticias descargadas desde las nubes científicas tienen la facultad de causar el mismo efecto. Una investigación llevada a cabo por científicos del New England Research Institute, indica que los hombres que hacen el amor al menos dos veces a la semana tienen menos riesgo de padecer dolencias cardiacas; otro estudio anterior realizado por el Instituto Nacional del Cáncer en EEUU también llegaba a una conclusión controvertida: la probabilidad de tener un cáncer de próstata se veía sensiblemente reducida en las personas que a partir de los veinte años habían eyaculado cinco veces por semana.

Una parte de la población percibe esta información como una tormenta de inmoralidad, lujuria y desenfreno que amenaza el equilibrio de la mente e induce al abismo del hedonismo, y otra la recibe con gozo y alegría, pues avala lo saludable de la práctica que ejercita e, incluso, actúa de estímulo para intensificar la misma. Hay muchas cuestiones en las que uno se ve atrapado en un huracán de dudas, pero si hay que elegir entre un yogurt con propiedades para disminuir el colesterol y el tratamiento del sexo, tengo claro con qué medida preventiva me quedo.

Desacertada interpretación

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Durante la habitual y paciente espera ante el mostrador de una pescadería del barrio, una señora que conversa con la propietaria mientras es atendida comienza a llorar y, con evidente dificultad, relata el suceso que la aflige: Unas compañeras de curso del instituto de su hija fueron a su encuentro tras finalizar la jornada y salir del centro, y sin mediar palabra alguna (al menos amable) comenzaron a agredirla llegando a causarle arañazos en brazos y cara, contusiones en distintas partes del cuerpo, una quemadura de cigarrillo en la mejilla y, por supuesto, un impacto psicológico que puede dejar una profunda huella. Sorprendentemente, el motivo que justifica y desencadena el repugnante ataque ha sido una cuestión de celos o competencia en el ligoteo.
Por desgracia, ciertas niñas o chicas están haciendo una desacertada interpretación del significado de igualdad, pues el objetivo no es imitar deplorables e incivilizados comportamientos, sino conquistar derechos, peso y el debido reconocimiento social.

Debemos ofrecer un mundo más decente a nuestros hijos

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Desde la esfera política ha surgido un nuevo término para definir la siguiente etapa o meta social de la humanidad: el desarrollo y la economía sostenible. La verdad es que suena bien, pero, aparte del preámbulo donde se presentan las bondadosas intenciones generales, la duda se plantea a la hora de saber quiénes serán los beneficiarios del progreso y hasta cuándo será sostenible. Porque si sólo se trata de un nuevo logotipo, aunque conservando o, incluso, incrementando las injustas desigualdades sociales, los millones de kilómetros de muros de la vergüenza, las enormes sumas de dinero invertidas en armamento… ¿acaso podemos ya respirar tranquilos?

Cualquier objetivo al respecto será un fiasco si no somos capaces de ofrecer un mundo más decente a nuestros hijos.

Cruzar los dedos

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Con el cóctel de problemas que hay actualmente en el país, es presumible que mi observación y sugerencia sea calificada de frívola o anodina.
Los consumidores somos cada día más exigentes con los productos o servicios que se prestan o comercializan, tanto en lo que respecta a su eficacia o calidad como a la información de sus propiedades o características. Si adquirimos una botella de zumo de naranja que carece prácticamente de sabor, tenemos dos opciones: continuar introduciéndolo en la cesta de la compra, o quedarse con la marca para no volver a caer en la trampa; si compramos un queso manchego que resulta ser insulso, las alternativas que tenemos son las mismas. Y, qué ocurre cuando vamos a la frutería y los alimentos son totalmente insípidos o, incluso, tienen un sabor no característico? Pues nada, cruzar los dedos ante la próxima compra; simple e independientemente del aspecto y precio abonado por los mismos.

Puesto que sería una ingenuidad albergar cualquier esperanza respecto a obtener una advertencia previa respecto a ciertas cualidades del producto como, por ejemplo: fresas desaboridas o con sabor extraño, no estaría nada mal conocer la identidad los productores, y no sólo la zona o región de procedencia.

Modelos sociales

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A través de la prensa, televisión, radio o internet se ofrece una información diaria a cerca de los valores y vaivenes de la bolsa, de los tipos de interés bancario, del precio del barril de petróleo, de la evolución del producto interior bruto (PIB) de las principales economías, de los índices de ventas en los sectores de... y, sin embargo, la comunicación sobre temas de enorme interés o relevancia para la humanidad es bastante más imprecisa y escasa: Cuántas personas mueren cada día por no tener acceso a los alimentos, al agua potable o los medicamentos? Cuántos niños están trabajando en condiciones de esclavitud, cuál es su contribución al PIB de los países? Cuántas hectáreas de bosque se pierden diariamente? Qué especies animales y vegetales están en peligro de extinción?
Los sistemas sociales que prestan más atención a las estadísticas o cifras macroeconómicas que a las oportunidades de las personas y al cuidado de la biodiversidad y el medioambiente, sin duda, no son el producto que cabría esperar de la especie más ´inteligente´ del planeta.

Más honradez

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Si la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) indica que la clase política ha conseguido (no sin méritos) situarse en el tercer problema más importante del país, no resulta nada fácil comprender el empeño mostrado por ciertos políticos para subir al segundo escalón del podio. ¿Acaso es una satisfacción lucir la medalla de plata de las preocupaciones sociales?

Los ciudadanos no entendemos que por la mañana se realicen solemnes declaraciones demandando sentido de estado y por la tarde se ponga en entredicho el trabajo de las instituciones que velan por el cumplimiento de las normas del juego democrático, ni acabamos de comprender cómo se puede enarbolar la bandera de la honestidad y austeridad con una mano mientras que con la otra se procura arropar a los compañeros de partido que sucumben ante la fea tentación de apropiarse de nuestro dinero, ni asistimos extasiados al lamentable y reiterado espectáculo de las difamaciones y el tú más.

La población demanda a la clase política un compromiso inequívoco con la honradez, transparencia y lealtad al interés general, y ésta tiene la obligación de responder.

¿Esto es todo lo que cabe esperar de nuestra especie?

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Hemos confeccionado un modelo de sociedad que está más pendiente del tipo de interés bancario que de la deforestación de los bosques. Es decir, obviamos los graves e irreversibles daños que nuestras depredadoras actividades causan al medio ambiente; el fin justifica los medios. Y encima la balanza usada para repartir entre los ciudadanos los réditos económicos obtenidos a costa del irreversible deterioro de nuestro planeta está totalmente desajustada.

¿Esto es todo lo que cabe esperar de la especie más inteligente?

Prioridades

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Leo que la inauguración de una estatua en Dakar (capital de Senegal) cuyo coste es cercano a los 23 millones de euros, ha ocasionado una marea de rechazo y críticas entre diversos sectores de la población porque consideran que ésta representa un derroche de recursos para un país en el que el 50% de la población vive bajo el nivel de la pobreza y que tiene elevadas tasas de analfabetismo.

Obviamente, los datos indican que la decisión del gobierno no parece contribuir demasiado a alcanzar el objetivo que, según sus promotores, simboliza la escultura: "la liberación de Africa de cualquier dominio para entrar en el nuevo mundo".

El Gobierno de Canarias y La Comisión Española de Ayuda al Refugiado han destinado recientemente 350.000 euros a financiar un proyecto de desarrollo socioeconómico que puede beneficiar a unas 6.000 personas de cuatro aldeas senegalesas. Cuántos planes que coadyuvan a la prosperidad y autonomía de los ciudadanos podrían financiarse con el dinero del monumento?

El avance racional

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Según reflejan diversas encuestas el colectivo de ciudadanos españoles de etnia gitana es, junto a los marroquíes, el que más desconfianza o rechazo genera entre la población, trasladándose estos sentimientos incluso al ámbito escolar, donde un 27,4% de los chavales con edades comprendidas entre los 13 y 19 años declaró en el 2008 que expulsaría a los gitanos de España.
Mi generación creció escuchando chistes sobre la "entrañable" relación entre la Guardia Civil y los gitanos, la marginación y el desplazamiento social era el fruto de centenarias políticas gubernamentales, las chabolas eran vistas como sus lugares "naturales" de residencia, sus hijos sólo veían los colegios desde el otro lado del muro o la verja...
Pasadas tres décadas, la guasa o pitorreo a costa de este pueblo está quedando como algo residual, se han puesto en práctica políticas dirigidas a facilitar la integración e incluso se celebra el Día Internacional del Pueblo Gitano, muchas familias han podido acceder a una vivienda digna, un buen número de niños ocupan una silla en las aulas de los centros educativos...
En mi opinión, a pesar de los obstáculos y prejuicios existentes se están dando pasos que, aunque no al ritmo o la velocidad deseada, van hacia la desembocadura conveniente; ese lugar donde habita la cordura y la razón.

Nuevas tendencias

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La primera vez pensé que se trataba de un olvido, aunque esa invisible barrera que establece el pudor me impidió acudir a la recepción del hotel para dar solución al mismo. La segunda vez, y por ser otra ciudad y diferente cadena hotelera sospeché que aquello no podía ser fruto de un mal servicio, de la casualidad o del infortunio sino que, probablemente, era cuestión de nuevas tendencias; por supuesto, desistí de cualquier aclaración. En las siguientes ocasiones pude constatar que determinados aspectos del progreso me estaban sobrepasado, y encima con dificultades para adaptarme y entenderlo. ¿Por qué en las habitaciones de los hoteles no hay escobillas para limpiar el inodoro?
Es evidente que desde el punto de vista de la higiene y la estética el uso común de determinados utensilios por parte de diferentes clientes no es aceptable ni recomendable, pero ¿y qué ocurre con las personas que trabajan en las tareas de limpieza? ¿Por qué exponerlas a desagradables espectáculos? Asimismo, quien paga tiene que ingeniárselas si no desea dejar visible su huella.
En mi opinión, facilitar útiles desechables para la tarea indicada sería bien recibido por trabajadores y usuarios.

La fiesta reservada de la vivienda

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Aunque contenidas, comienzan a darse muestras de satisfacción porque el precio de la vivienda comienza a repuntar tras casi tres años consecutivos de caída. Pero ya se sabe que esto de la alegría va por barrios, y la realidad indica que la mayor parte de la población no tiene grandes motivos para compartir semejante sentimiento.

En el año 1996, el salario medio de los españoles era de unos 14.500 euros anuales, y el de una vivienda de 100 metros cuadrados rondaba los 67.000 euros, es decir, había que destinar el salario bruto de 4,6 años para adquirir un piso. En 2009, el salario medio de los trabajadores fue de 21.700 euros aproximadamente, y el de una vivienda de la misma superficie alcanzó la cifra de 189.000 euros tras experimentar un incremento del 182%, o sea, el ingreso bruto de 8,7 años de trabajo.

Si para adquirir una residencia hay que trabajar prácticamente el doble de tiempo que hace 14 años, si se recomienda que los salarios deben mantenerse a una temperatura inferior a los cero grados centígrados, si hacerse un plan de pensiones privado es una medida preventiva para sortear futuras penurias…, ¿quiénes pueden celebrar que este bien de primera necesidad continúe experimentando nuevas subidas?

Da la impresión de que la fiesta está reservada a una minoría; esta parece ser la tendencia social de las últimas décadas.

Un bello sueño

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Excepto una pequeña parte de la población mundial que, interesada y directamente alienta y promueve el enfrentamiento bélico, el resto de los habitantes de este planeta compartimos un romántico y bello sueño: no más guerras! Sin embargo, aun ocupando éste una posición central en la diana de los deseos y prioridades de la humanidad, no se ha definido un mapa de ruta internacional dirigido a darle cuerpo, a transformar las balas en vacunas, los tanques en plantas potabilizadoras, las minas en alimentos, el odio en colaboración... Existe la globalización de la desigualdad y la crispación, y para cuándo la de la justicia y la razón?

Los acuerdos encaminados a disminuir el número de armas atómicas son importantes, pero los imprescindibles son aquellos que ningún gobierno se plantea: finalizar con la fabricación de armamento y llevar a cabo la destrucción del existente.

Las reglas del juego

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Si no se albergan dudas ni discrepancias para atribuir la responsabilidad derivada de un accidente de tráfico ocasionado por un coche que se pasa el semáforo en rojo o circula en dirección contraria, independientemente de factores como pueden ser la marca del vehículo o la identidad de los conductores, por qué existen tantos matices a la hora de valorar cuestiones relacionadas con la corrupción política? Es más o menos condenable en función de la filiación o color de quién la practique?

Ante la utilización de los cargos públicos para el enriquecimiento personal no caben vacilaciones ni disculpas, pues tolerar o proteger a quienes meten la mano en la caja facilita la corrosión y el deterioro de la confianza de los ciudadanos en el sistema político que mejor nos ha ido: la democracia.

No es honesto ni pedagógico hacer trampa mientras se solicita al adversario que respete las reglas del juego.

Sacrificio y trabajo

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Quienes creen que el Estado no debe tutelar las políticas sociales aluden a las actitudes y capacidades personales, al sacrificio y trabajo realizado por los ciudadanos a lo largo de la vida para forjarse su porvenir, su merecido estatus social. Aun siendo indiscutible que existen seres con tendencia al parasitismo, y que ello justifica la implementación de mecanismos de control encargados de detectar y evitar semejantes comportamientos, pues las administraciones públicas deben gestionar con eficiencia y ser especialmente celosas con el destino de nuestros impuestos, hay un aspecto de la teoría del esfuerzo individual que muchos no alcanzamos a comprender: Un agricultor trabaja para obtener una cosecha que nos sirve de alimento, un encofrador construye las estructuras de hormigón de las casas o edificios donde vivimos, un dentista se encarga de nuestra salud bucal, un conductor de autobús facilita nuestros desplazamientos y, sin embargo y paradójicamente, por muy largas o arduas que puedan ser sus jornadas laborales, en toda una vida de trabajo nunca conseguirán los beneficios económicos que puede recoger un especulador financiero en un solo día. Y ello, sin saber qué aportación o contribución social tiene el desempeño de su tarea. ¿Hay alguien que puede explicarnos los porqués?

Acceso a las armas

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Parece evidente que, si no se tratara de una persona que saltó a la luz pública tras un incidente lamentable y el fuerte oleaje mediático desencadenado posteriormente, la intención del señor Jesús Neira de solicitar una licencia de armas para su defensa personal no habría sido noticia, sino el anónimo propósito de un ciudadano víctima de una agresión inaceptable. Y, como tal, el valor informativo de semejante propósito sería una cuestión personal e irrelevante. Sin embargo, teniendo presente que desempeña el cargo público de presidente del Observatorio Regional contra la Violencia de Género, y sin entrar en otros ámbitos o terrenos, ¿consideraría conveniente que las personas que han padecido el maltrato y viven amenazadas por sus parejas dispusieran de un arma para protegerse? En lo que va de año ya han sido asesinadas 13 mujeres. ¿Es más segura una sociedad que facilita el acceso a las armas.