miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Austeridad o precariedad?

Opinión A Coruña>Opinión>cartas del lector

Nos dicen que la receta estrella para resolver el declive social iniciado en los últimos años no es otra que la austeridad, término que, según el diccionario, define una conducta firmemente ajustada a las normas de la moral, sobria y sin ninguna clase de alardes. Teniendo en cuenta los tiempos que corren, y dando por hecho que la ciudadanía es sabia y adulta (al menos eso se indica de manera periódica desde la política tras conocerse los resultados de las citas electorales), es fácil deducir que existe un amplio consenso respecto a la necesidad de vivir guiados por la moderación, la responsabilidad y el sentido común. Pero ¿no se está confundiendo sobriedad con precariedad? Hay datos y circunstancias que pueden ser de utilidad para despejar dudas al respecto. Por ejemplo: un informe de Unicef indica que en nuestro país el 26% de los menores de edad viven bajo el umbral de la pobreza, con un aumento del 10% en tan solo dos años; la destrucción de empleo continúa de manera incesante, la cantidad de familias sin ingresos sigue una dramática línea ascendente y, según alerta Caritas, ya hay un 30% de hogares con problemas para lograr llegar a fin de mes, y en alrededor de un 40% se presentan serías dificultades a la hora de comprar carne o pescado, así como para poder afrontar gastos imprevistos; las subvenciones que ayuntamientos, cajas de ahorro u otros organismos vienen destinando a entidades no gubernamentales que proporcionan comida y alojamiento a los ciudadanos sin recursos, sufren recortes e incluso se suprimen; el porcentaje de atracos, robos y hurtos se ha visto incrementado de manera considerable.
Y, por otra parte, ¿quiénes son los destinatarios de la austeridad? Porque, a tenor de la indecencia, desfachatez y ostentación observada en ciertos ámbitos, parece ser que hay cotos vedados, terrenos donde se descuidan o desprecian con impunidad las reglas y formas del juego.http://enmiopinion.laopinioncoruna.es/cartas-al-director/2843-alejandro-prieto-a-coruna

jueves, 24 de mayo de 2012

Socializar las responsabilidades

El  Correo>Opinión>cartas del lector
El Comercio>Opinión>cartas del lector


Cuando se dice que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, ¿no se están socializando las responsabilidades? Extender la culpa del descontrol de manera indiscriminada, ¿es justo o acertado? Por qué asumir la señal del dedo acusador cuando uno no se siente partícipe o autor de los destrozos dejados tras finalizar la fiesta. Y, a la hora de repartir cuotas de responsabilidad, tampoco debe perderse de vista el papel jugado en el desaguisado, pues, en este asunto, los matices tienen su importancia. Unos diseñaron y organizaron; otros no llevaron  a cabo con eficiencia u honestidad las tareas de regulación, inspección y prevención asignadas  o propias del cargo desempeñado;  y  bastantes aceptaron con gusto  y escaso cálculo la invitación para participar como figurantes en el espectáculo de cartón piedra.
La sensación  imperante en la ciudadanía, es que unos cogieron y/o dilapidaron la pasta gansa, y ahora los demás tenemos que   cargar con las consecuencias. ¡Bonito e ilusionante sistema!

sábado, 19 de mayo de 2012

Diferencias destacables

Diario El Comercio>Opinión>cartas del lector

Si no fuera por las decenas de miles de familias que se han  visto obligadas a abandonar sus viviendas, por el  aumento paulatino del número de personas que solicitan ayuda en los bancos de alimentos y comedores sociales, por el creciente porcentaje de vecinos que se ven incapaces de hacer frente a la cuota de la comunidad del edificio, por el incremento de pacientes en las consultas de salud mental, por la cantidad de jóvenes que se ven forzados a cruzar la frontera en busca de trabajo y prosperidad, por el hurto de esperanza y bienestar social y, como es lógico, porque a la gente no le resulta agradable ni gracioso que la traten como si fuese idiota,  escuchar ciertas declaraciones procurarían más sonrisas que estupefacción y escozor.  Entre expiar las responsabilidades   a través del rito del harakiri y salir indemne, recompensado o glorioso  tras darse una vida de lujo y alegría  a costa  dinero del contribuyente, así como después de  causar desperfectos económicos  catastróficos para la comunidad a través del despilfarro o la imprudente gestión,  existen diferencias destacables  y difíciles de entender.

Lo destacable y esperanzador

Opinión A Coruña>Opinion>cartas del lector

“Si no lo hago yo lo harán otros”, “donde manda patrón no manda marinero” y, en los últimos tiempos, “es lo que hay”, son frases escuchadas de manera reiterada a lo largo de la vida, destellos de una filosofía basada en la concesión de la autoindulgencia para los comportamientos sometidos a un examen de conciencia, en la indiferencia o el menosprecio hacia las ideas y la participación de las personas en función del estatus o el rol desempeñado, y en la renuncia a la modificación y evolución de situaciones susceptibles de mejora.
Con el paso de los años, uno se va haciendo cargo de las contradicciones, incoherencias, desvergüenzas, estupideces, envidias, complejos y prejuicios que impregnan y contaminan el aire; se asumen, no sin cierta decepción o tristeza, que el sueño de un mundo más saludable y decente configurado y mantenido desde la juventud no está a la vuelta de la esquina, sino que continuará pasando como un testigo de generación en generación tratando de alcanzar una vieja meta.
Por otra parte, resulta alentador y gratificante escuchar al creciente y vigoroso coro de voces que demanda y propone alternativas encaminadas a reformar los aspectos desagradables, obsoletos, ineficientes e injustos de un paraguas social que no solo presenta abundantes goteras, sino que ha iniciado un proceso de cierre que cada día deja a un mayor número de personas a la intemperie.
Poco importan los nombres, siglas o calificativos empleados para denominar a los incipientes movimientos sociales que manifiestan fervientes deseos de finalizar con tanta miseria y desarmonía, de obtener cotas universales de bienestar popular que, paradójicamente, aún son desconocidas entre los seres más inteligentes y civilizados del planeta, pues lo destacable y esperanzador es su esencia, su loable objetivo.
¿A quiénes puede interesarles continuar con modelos políticos, económicos y sociales que maltratan y condenan al sufrimiento a millones de seres humanos?http://enmiopinion.laopinioncoruna.es/cartas-al-director/2823-alejandro-prieto-a-coruna

lunes, 14 de mayo de 2012

La Vanguardia>Opinión>cartas del lector

Recuerdo que hace unos años escuché una noticia en la radio que me dejó un tanto descolocado, pues arrojaba datos bastante desconcertantes para quienes vivíamos una realidad más o menos amable, una situación social favorable en un mundo repleto de calamidades e injusticias. Se trataba de un informe realizado por Naciones Unidas en dieciocho países de América Latina en el que, entre distintas cuestiones relativas al progreso y asentamiento de la democracia en el continente, revelaba que el 56% de los latinoamericanos anteponían el desarrollo económico a la democracia, y que el 54,7% estarían conformes con un gobierno autoritario si era capaz de ofrecer solución a las dificultades económicas.
Actualmente, es probable que haya disminuido el porcentaje de ciudadanos con tales ideas o sentimientos, pues la pobreza, factor clave a la hora de albergar ese desapego hacia el sistema democrático, ha ido descendiendo de manera paulatina. En cambio, los resultados de las últimas elecciones en Grecia, ¿no son un indicativo de la errónea dirección tomada en Europa?, ¿no son un síntoma inequívoco del desafecto y desencanto que se respira entre la ciudadanía?
Una vez encendida la luz de alarma, no es nada recomendable esconder la cabeza o mirar hacia otro lado, sino adoptar cambios que eviten el pronunciamiento y extensión del deterioro social dominante. Los gobiernos celebran numerosas cumbres y reuniones tratando de buscar una salida al nocivo laberinto en el que estamos introducidos, pero, hasta el momento, da la impresión de que el fruto obtenido es desorientación, frustración e incertidumbre.
Si el egoísmo y la codicia no son cualidades que contribuyan a modelar una sociedad que pueda mirarse al espejo sin reflejar una imagen penosa y vergonzante, en las presentes y delicadas circunstancias, desde la política debería dejarse claro que el objetivo es el bienestar general y no el reducido.

Más honradez y objetivos claros

El Norte de Castilla>Opinión>cartas del lector
El Mercurio digital>Opinión>cartas del lector

“De ésta saldremos”, es un pronóstico muy repetido desde distintas instancias al referirse a la crisis padecida, un voto de fe que se volatiliza al entrar en contacto con la realidad diaria, un soplo de confianza que se desvanece con el primer informativo de la mañana.
Que las circunstancias políticas, económicas y  sociales no se prolongan de manera indefinida en el tiempo,  es algo en lo que todos estamos de acuerdo, sin embargo,  la ciudadanía necesita y desea concreción, pues las adversidades del momento no se alivian, despachan o resuelven con mensajes imprecisos o carentes de contenido, y menos cuando los mismos van acompañados de medidas que ponen las cosas aún más cuesta arriba.
“De ésta saldremos”,  no es un remedio ni sirve de consuelo  en las comarcas mineras españolas, ni contribuye a disminuir la cifra de parados, ni alivia el creciente número de familias que se ven obligadas a acudir a los bancos de alimentos y comedores sociales,  ni reduce el porcentaje de niños abocados a vivir bajo unas condiciones de precariedad que condicionarán de manera negativa su porvenir, ni evita el deterioro de los servicios públicos esenciales, ni reconduce las desigualdades sociales, ni aporta las dosis de ética y honestidad necesarias para obtener la impermeabilización de un sistema poroso a la codicia y  desvergüenza. 
Hay interrogantes que contribuyen a  generar desasosiego e inseguridad en la población,  cuestiones sin respuesta que frenan el despegue de la esperanza y el optimismo, dudas que siembran de obstáculos el camino que lleva a la reactivación de la economía: ¿hasta cuándo seguiremos viajando en el túnel del tiempo y en qué estado saldremos del mismo?, ¿cuáles son los  planes trazados al objeto de restaurar los daños causados en el estado del bienestar?, ¿van a adoptarse las acciones recomendadas por los profesionales de la Agencia Tributaria para prevenir y mitigar el considerable volumen de fraude fiscal existente en el país?, ¿qué actuaciones van a ser puestas en marcha  para limpiar, desinfectar y tonificar el sistema democrático?
Más honradez y objetivos claros,  y menos indecencias y ambigüedades.

jueves, 10 de mayo de 2012

El negro

El Correo>Opinión>cartas del lector

De vez en cuando surge una polémica alrededor de un libro que, supuestamente, ha sido escrito por una persona distinta al autor oficial del mismo, una figura denominada como “el negro”. De un tiempo a esta parte parece extenderse (a una velocidad considerable) entre la población la sospecha acerca de la autoría de las políticas económicas y sociales. Aumentan los coros de voces y rumores que manifiestan el asombro y descontento por considerar que los políticos son quienes las firman y los mercados quienes las redactan.
Cuando los lectores tienen conocimiento del engaño al que han sido sometidos, el prestigio del escritor queda en entredicho. Cuando los ciudadanos tienen la sensación de ser víctimas de un fraude democrático continuado, los partidos responsables recogen el castigo en las urnas. La deshonestidad literaria de algunos personajes está exenta de consecuencias para la sociedad, pero la desafección hacia la política es algo bastante más serio.
Oímos declaraciones que advierten acerca del riesgo que entrañan los extremismos y populismos y, sin embargo, las medidas políticas aplicadas desde los gobiernos actúan como un fertilizante para tales fenómenos sociales. Siendo de sobra conocidos los perniciosos efectos que para la salud democrática y convivencia tiene la pérdida progresiva de protección, seguridad y bienestar por parte de la población, a qué se espera para orquestar acciones dirigidas a frenar el empobrecimiento y declive social emprendido en los últimos tiempos.
El agricultor se esfuerza y esmera en obtener una buena cosecha de trigo, el camionero hace lo propio al trasladar el cereal a la factoría, el ingeniero en el diseño de la tecnología, el oficial en sacar la producción de harina y el panadero en hacer el delicioso producto con el que llenar nuestros estómagos. Cada cual, desde su ámbito o parcela, trata de llevar a buen término su trabajo, y esta es una cuestión puesta en duda en la actualidad por un elevado porcentaje de la población cuando se juzga la labor de los políticos, pues las reformas puestas en marcha están consiguiendo que cada vez sean más las personas desatendidas, discriminadas y defraudadas con el resultado de las mismas.
Ante lo malo conocido y sin perspectivas de mejoras, ¿es raro optar por los discursos que ofrecen luz y bienestar?

martes, 8 de mayo de 2012

Obesidad y delgadez extrema

Opinión A Coruña>Opinión>cartas del lector
La Nueva España>Opinión>cartas del lector

En previsión del ahorro energético, en el año 2011, el gobierno anterior tomó la decisión de reducir a 110 km/h la velocidad máxima en las autovías y autopistas. La medida generó bastante debate público y político, resultó estéril como remedio que frenara o minimizara el avance de la crisis y fue anulada pasados unos meses.
Dada la evolución del coste de los combustibles, así como la del poder adquisitivo de la mayor parte de los ciudadanos, en el caso de establecerse peajes para circular por la red de vías rápidas del territorio nacional, la velocidad media de los vehículos bajará sin recurrir a limitaciones extraordinarias, pues habrá millones de conductores que tendrán que volver a rodar por las carreteras nacionales y comarcales (de doble sentido de circulación), en las que, por cierto, tienen lugar el 75% de los accidentes mortales. ¿En qué grado puede elevarse la tragedia? ¿Cuántas personas se verán obligadas a dejar de usar estas vías en sus traslados diarios hacia los centros o lugares de trabajo? ¿Cómo afectará a la fluidez del tráfico y a la contaminación ambiental (acústica y del aire) de pueblos y zonas urbanas que hasta ahora son bordeadas al circular por las rondas exteriores? ¿Qué impacto llegará a tener en los precios de actividades y artículos? A primera vista, no parece ser una acción que favorezca la productividad y competitividad de los negocios ni que aporte beneficio a la economía de las familias, pues, por un lado, aumentan los costes derivados de los desplazamientos, con la repercusión que ello tiene en las maltrechas cuentas de gran parte de autónomos y empresas, así como en el bolsillo del cliente que, con probabilidad, acabará pagando un mayor importe por la prestación de servicios y adquisición de productos. Y, por otro, la no utilización de vías rápidas supone una disminución del rendimiento, una pérdida de tiempo efectivo de trabajo.
http://enmiopinion.laopinioncoruna.es/cartas-al-director/2810-obesidad-y-delgadez-extrema

sábado, 5 de mayo de 2012

¿Qué réditos se obtienen?

Opinión A Coruña>Opinión>cartas al director
El Comercio>Opinión>cartas del lector


Establecer limitaciones de carácter económico en el acceso a la educación es desviarse de la senda social que se había emprendido en cuanto a igualdad de oportunidades se refiere, y con ello se trunca, desperdicia o impide el aprovechamiento del potencial humano existente en la comunidad, pues las capacidades innatas de las personas no guardan relación directa con la riqueza de sus familias. ¿Qué réditos se obtienen al dejar de lado buena parte de la materia prima? Difícil será encontrar extensas, fértiles y prósperas praderas cuando sólo llueve en ciertas zonas del terreno. Y, por otro lado, si esto de la economía es un tema de vasos comunicantes, ¿no habrán de establecerse rigurosos y eficientes planes de prevención, detección y reparación de fugas, así como abrir las espitas que cortan u obstaculizan el fluir del contenido (la pasta) en busca de un mayor equilibrio? Como ejemplo, no se entiende que, dado el volumen de fraude fiscal estimado por la Organización Profesional de Inspectores de Hacienda, el porcentaje de bajas a cubrir en este cuerpo de profesionales sea del 10%, es decir, salen diez y entra uno. ¿Cuánta prosperidad sustrae o hurta a la sociedad la evasión y ocultación de capitales?
Moderación y austeridad, sí claro, en las dosis precisas y oportunas, pero tras haber implementado medidas transparentes y ejemplares que traten de poner fin al despilfarro y la gestión deficiente de las administraciones, a la acotación de la retribución percibida por quienes se dedican a la actividad política y privada de manera simultánea, a las tentaciones y comportamientos codiciosos e inaceptables respecto al destino de los recursos públicos, a las prebendas fiscales irrazonables o al escaqueo contributivo. La ciudadanía es consciente de las dificultades y sabe que la superación de los problemas necesita de esfuerzos, aunque de arriba a abajo, de atrás hacia adelante y de izquierda a derecha. Predicar sin dar ejemplo, procura desencanto, desafecto e imitación de los comportamientos.



martes, 1 de mayo de 2012

Inteligencia, mesura y raciocionio

El Comercio>Opinión>cartas del lector

No hay que ser brillante ni tener vastos conocimientos de sociología o política para percibir la alteración existente en los últimos tiempos en el mapa político europeo, dando lugar al nacimiento de nuevos partidos y al crecimiento o reforzamiento de otros que sufrían una anemia electoral al considerar la mayor parte de la ciudadanía que estaban alejados de sus sentimientos y anhelos. Hubo unas décadas en las que fue posible confeccionar e impulsar un desarrollo social y económico dotado de cierto equilibrio, un sistema que, aun siendo dirigido de manera alternativa por gobiernos con diferencias ideológicas destacables, era capaz de ofrecer y consolidar mejoras, de dar pasos en pro de la calidad de vida del conjunto de la ciudadanía. En cambio, en los últimos tiempos las cosas parecen haber tomado un rumbo diferente, las desigualdades sociales y la pérdida de bienestar han ido en aumento de forma progresiva con los partidos políticos tradicionales llevando las riendas del destino colectivo, y ello a dado lugar a un elevado nivel de desencanto, alejamiento y desconfianza del ciudadano hacia quienes hasta ahora todavía conservan el apoyo en las urnas de gran parte de la población. Los cambios y las transformaciones son inherentes a la naturaleza del ser humano, pues con ellas tratamos de configurar un entorno más favorable para la vida, sin embargo, la historia nos enseña que estos no siempre son llevados a cabo con inteligencia, mesura y raciocinio. Es de esperar que en un momento de dificultad, inestabilidad e incertidumbre económica, política y social como el actual, prime la cordura y la voluntad de transformar la realidad sin tropezar con la piedra de la tragedia. Si la codicia en mayúsculas pierde fuerza e intensidad, y la política incrementa su vigor y honestidad, habrá menos obstáculos presentes en la senda del progreso y la convivencia.