miércoles, 29 de abril de 2015

Sentido común y proporcionalidad

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Cuando tiene lugar un hecho de violencia inusual protagonizado por un menor de edad,  como el terrible y mortal ataque llevado a cabo por un adolescente de trece años días atrás en un colegio de Barcelona, emergen comentarios, opiniones y propuestas que, al calor del drama y el frio del desconocimiento causal, dictaminan y trazan líneas reparadoras a los pocos minutos de saltar la noticia a los medios de comunicación. Pueden sugerirse análisis psiquiátricos a los alumnos, demandar la instalación de arcos para detectar metales en las entradas de los colegios, centrar el foco de la responsabilidad en las familias, otorgar el reconocimiento de autoridad pública a los docentes o solicitar la bajada de la edad penal a los diez años, sin embargo y, como se suele decir, hay asuntos en los que las prisas no son buenas consejeras. Son muchos los factores que pueden influir en la  conducta humana y considerable la imprevisibilidad de nuestras reacciones, así que,  antes de lanzarse a la aventura y  matanza de moscas a cañonazos, ¿no será recomendable disponer de datos objetivos, así como  conocer las conclusiones de los profesionales? 

martes, 21 de abril de 2015

Una etapa más

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Bajo la oscuridad de la noche o a la luz del día, cada cual parte de su  ciudad, pueblo o aldea huyendo de una realidad opresiva, asfixiante y hostil; ciudadanos de distintos países del continente africano tomando la dura e imprecisa ruta de la emigración; personas que cruzan fronteras en compañía de la sombra del temor y la incertidumbre; individuos que se suben a una pequeña y precaria embarcación en la costa de Libia con  el objetivo y la confianza de poner los pies en un territorio  donde la miseria e inseguridad dejen de ser una constante cotidiana;  víctimas de  guerras, injusticias y exclusiones sociales que, blandiendo el sable forjado en la vieja fragua de las diferencias religiosas,   desvían la mirada inquieta, esperanzada y perdida en el horizonte para acabar envueltos en un enfrentamiento mortal. Huían de la inhumanidad y fueron arrojados al mar por los viejos brazos de la  intolerancia y sinrazón.  Siglo XXI, una etapa más en el calendario de la involución.

domingo, 19 de abril de 2015

¿Cambio sin cambiar de perspectiva?

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Aunque no recuerdo haber conocido o escuchado a nadie ensalzar y vitorear públicamente actos de corrupción que empobrecen la democracia y el erario de las administraciones estatales, cuando se establece una conversación en torno a la indecencia manifestada por personas que ocupan cargos políticos y puestos profesionales de relevancia pública y social, hay una probabilidad elevada de  que salga a relucir la pregunta: ¿y en su lugar no harías lo mismo? Y además, formulada con total naturalidad,  como si se hablara de la necesidad de comer o ir al servicio. En cierta forma, da la sensación de tratarse de una revelación inconsciente del sentimiento y la posible conducta de quien la formula porque, ¿a qué obedece tratar de proyectar y extender la sombra de la sospecha e inconsistencia ética sobre el personal? En una sociedad educada y concienciada desde la infancia respecto al valor de la honestidad,  el respeto y la contribución al bien común, un interrogante  en las charlas sobre la deslealtad y la toxicidad de la codicia, bien podría ser:  ¿y serías capaz de  tener ese  comportamiento? Algo que, lamentablemente, no parece estar a la vuelta de la esquina.

Robots con carta blanca

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Aun siendo consciente de la ligereza, rapidez, inequidad y desproporción  con la que se utilizan las armas, la idea de que en un futuro próximo puedan ser robots y no personas quienes  decidan con plena autonomía cuándo apretar el gatillo en conflictos armados e incluso en el ejercicio de labores policiales, es una cuestión que  genera  fricciones de carácter ético y dudas en el ámbito del Derecho.  ¿Es sensato dejar la vida de las personas en manos de un autómata que interpreta, traduce y dicta sentencia de manera sumarísima? ¿En qué aspectos  contribuiría al desarrollo de sociedades más justas, seguras y humanizadas?   ¿Quién se pone al frente y asume la responsabilidad del atropello o crimen cometido por una máquina? Y subiendo peldaños en la escalera de la delegación, también podría ser un tribunal de robots quien juzgue a otro robot (con acusación y defensa en manos de androides) que, en el peor de los casos, acabaría en la chatarra. Aunque el tema pueda ser presentado como algo innovador, beneficioso y en concordancia con la evolución tecnológica, esperemos que la comunidad internacional escuche a los investigadores y expertos que se reúnen próximamente en Ginebra y acabe vetando el desarrollo global de este tipo de armamento.


miércoles, 15 de abril de 2015

Relación directa

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Cada vez es más frecuente escuchar en los medios de comunicación noticias relacionadas con la muerte de personas como consecuencia de intoxicaciones e incendios producidos en los hogares españoles. Situaciones de riesgo originadas por la utilización de braseros, de aparatos calefactores, de instalaciones eléctricas en malas condiciones o de velas para obtener iluminación son causantes de buena parte de este tipo de accidentes, produciéndose en gran medida en viviendas de familias humildes. En los hogares dotados con sistemas de detección de incendios, con sistemas de calefacción sometidos a mantenimientos periódicos, con sistemas eléctricos adecuados e ingresos económicos regulares que cubran las necesidades básicas familiares, la posibilidad de siniestro es más reducida. Siendo conocido que la pobreza incide de manera negativa en la salud y esperanza de vida, parece que la inquietud, atención y voluntad mostrada por los Estados para disminuir de forma ágil e inequívoca un problema de semejante calado y alcance global no está a la altura de lo demandado. Entre otras cosas, se comenta que existe relación directa entre la buena marcha de los paraísos fiscales y el aumento de la limitación e inseguridad de millones de ciudadanos.

martes, 7 de abril de 2015

Fronteras y sensibilidad social

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Hace unos días, al escuchar una noticia que resaltaba los índices de pobreza infantil en España y la  posición ocupada por nuestro país en  tan lamentable ranking  de  la Unión Europea, tuve la sensación de que los datos sobre las condiciones de vida de los pueblos se difunden y perciben como si se tratase de la clasificación de las naciones  en las Olimpiadas   y los Mundiales o de los equipos en las ligas de fútbol nacionales. Sin embargo, lo destacable de situarse en los primeros o últimos puestos de ciertas listas no es la intensidad de los aplausos  ni la cantidad de medallas y copas obtenidas, sino los desequilibrios existentes en  cuestiones relacionadas con el bienestar de millones de personas.  De estar en la zona de arriba de la tabla mundial a estar en la de debajo, puede significar que la esperanza de vida al nacer sea de 84 ó 42 años, así como que haya cinco médicos por cada 1.000 habitantes o uno para más de 30.000  ciudadanos.  Cifras y estadísticas que, en función de los resultados nacionales,  son contemplados con mayor o menor  indiferencia o preocupación. Parece que las fronteras  trazadas en los mapas también delimitan e influyen en la sensibilidad social.

domingo, 5 de abril de 2015

Lucidez y cooperación o pésimo horizonte

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Las reacciones desencadenadas  ante un hecho  no suelen ser  homogéneas,  sino que varían en función de la posición mantenida en el ángulo de las perspectivas e intereses, cuestión que, como parece, es lo sucedido ante el acuerdo alcanzado entre Irán y el grupo de  países (Estados Unidos, China, Reino Unido, Francia, Rusia y Alemania)  que venían negociando   el acercamiento de posturas respecto a la utilización y el destino de las instalaciones nucleares iraníes. A mi entender, el dialogo y la conciliación ofrecen mayor rentabilidad que la distancia y animadversión, al menos para los ciudadanos de a pie, que son quienes  padecen con más intensidad y crudeza las consecuencias de las sanciones y los bloqueos. La carencia o escasez impuesta de comida, medicamentos y otros productos usados de forma regular por la población, más que dar paso a un clima de buenos sentimientos y al tendido de puentes,  desencadena una avalancha de sentimientos de desprecio y hostilidad que invade y se establece en la memoria colectiva durante años. Aunque el mundo se mueva y esté  montado en torno a expectativas cortoplacistas, localistas y condicionadas en buena parte por la codicia, pésimo horizonte le espera al ser humano (y al planeta) de continuar tirándose de los pelos.