sábado, 4 de septiembre de 2021

Instalados en la necedad

<<Y es que se me saltan las lágrimas, tío>>, expresaba un ciudadano al contemplar con impotencia el apuro en el que se encontraban las personas atrapadas en los vehículos debido a las inundaciones originadas en Toledo por el temporal DANA. Desgraciadamente, los pronósticos científicos indican que este tipo de fenómenos meteorológicos serán cada vez más frecuentes y con mayor intensidad, y parece que el encadenamiento de catástrofes de los últimos meses a lo largo y ancho del planeta apunta en ese sentido, una señal de lo que viene.
El diccionario define la estupidez como una torpeza notable en comprender las cosas, y a tenor de lo que sucede en el mundo, con un gasto enorme en defensa militar, con cada vez más proyectos destinados al levantamiento de muros fronterizos, con decisiones políticas que ignoran las recomendaciones técnicas de los expertos, con una creciente ola de recelo e intransigencia hacia la diversidad y con movimientos sociales que reniegan las evidencias científicas desde el nudismo argumental, puede deducirse que no existe la intención de consensuar el diseño de una hoja de ruta internacional destinada a evitar la proliferación de la estupidez mundial y sus negativas consecuencias. Las inundaciones, las sequías y los incendios no tienen patria ni bandera, carecen de uniformes ideológicos, son indiferentes a la marcha de la economía e insensibles ante la aflicción y el llanto, así pues, ¿tiene sentido dedicar tiempo y recursos a la propagación de la mentira y la nutrición del recelo y el enfrentamiento entre naciones, culturas o etnias cuando, en realidad y como estamos viendo, la amenaza inminente para la humanidad es seguir instalados en la necedad? El progreso pasa por un cambio de miradas y estrategias que, lamentablemente, parece estar más lejos que cerca.