Armonizar

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La interpretación judicial de la normativa en torno a los atropellos sexuales dio lugar, en meses pasados, a una sentencia condenatoria que desató una polvareda social de grandes proporciones al considerar el tribunal que los excesos cometidos por un grupo de hombres contra una chica indefensa constituían un delito de abuso y no de agresión sexual. Hasta hace no muchos años, la discrepancia y contestación pública por este tipo de cuestiones era reducida y de baja visibilidad, pues el nivel de concienciación social en materia de respeto e igualdad entre hombres y mujeres era sensiblemente inferior al actual. En cambio, y vista la vitalidad de la etapa de transición existente en lo relativo a la discriminación por razón de sexo y género, parece ineludible la introducción de ajustes o cambios legislativos que armonicen con la evolución mental y cultural del momento.

Transformación social

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Leyendo un artículo sobre los robots destinados a reemplazar y ayudar a los humanos en el desarrollo de distintas tareas, me ha sorprendido lo dicho por un responsable de la firma organizadora del evento Robot World Tokio 2017, donde se exhibió lo último en humanoides, al señalar que el número de trabajadores dedicados a la atención de personas mayores se está reduciendo de forma paulatina a escala mundial, siendo una actividad ardua y estresante que no tiene efectos negativos sobre Pepper,un robot que, entre otras labores, ejerce de auxiliar en el cuidado de los ancianos. La cuestión es que, si las poblaciones envejecen y el volumen de empleo formal dedicado a la vejez disminuye, ¿no hay algo en la transformación social que flaquea y se debilita?

Inquieta bastante menos el incremento de la robótica que el rumbo que pueda tomarse en cuestión de valores y prioridades sociales.

Enormes dificultades

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Reconocimientos como el Premio Nobel de la Paz y el Premio Princesa de Asturias de la Concordia destacan, desde los años 1901 y 1986 respectivamente, la contribución de personas e instituciones en favor de la fraternidad entre los países, la erradicación o disminución de los ejércitos, el entendimiento y la convivencia en paz de los pueblos, la libertad y el respeto a los derechos humanos o el progreso y el bienestar de la ciudadanía. Sin embargo, parece ser que la elevada densidad ética de los valores premiados a lo largo del tiempo tiene enormes dificultades para penetrar y fluir por la superficie prefabricada de la codicia, la crueldad, la intolerancia, el enfrentamiento, la desigualdad y la indiferencia. Y, por desgracia, la realidad global no invita precisamente al optimismo.

Una mirada simple y desacertada

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He visto el polémico video emitido en un colegio religioso de Madrid donde, por una parte, se describe a las personas pobres como mediocres, temerosas ante los riesgos e incluso deseosas de permanecer (de manera inconsciente) como están, es decir, en una situación desfavorable y dificultosa; y por otra, se define a los ricos como personas de éxito, con confianza en sus capacidades y libres de ese miedo atenazador que obstaculiza e impide lanzarse con arrojo a la aventura que conduce al triunfo y la abundancia y, la verdad, además de desacertado por esa mirada tan simple acerca de un problema mundial de calibre grueso como es la pobreza, lo más extraño es que fuera puesto en unas aulas en las que dudo tenga lugar el fomento del desdén ante los necesitados y la risa por quienes conscientemente profesan el voto de pobreza.  ¿Qué opinión tendría el Papa Francisco acerca del video?

Como parece lógico, la dirección del centro se ha pronunciado indicando que fue una metedura de pata.

Innovación y actualización social

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Han pasado cerca de seis años desde que el anterior presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) diera a conocer su particular y polémica solución para salir de la crisis, consistente en trabajar más y cobrar menos. Sin embargo, en una de las naciones con menor índice de corrupción y mayor nivel de bienestar general en términos globales como es Nueva Zelanda, parece ser que la aplicación experimental de la jornada laboral de cuatro días semanales durante los meses de marzo y abril de 2018, ha tenido resultados positivos para la empresa y los trabajadores donde se puso en práctica, pues ha favorecido la conciliación de la vida personal, familiar y laboral; ha contribuido a reducir el estrés y ha mejorado la satisfacción y la productividad de los empleados. Es decir, la innovación y actualización social parece aportar mayores beneficios que la permanencia en un recipiente de conservante que, en ocasiones, incluso está caducado.

Perniciosas consecuencias

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Hace un par de semanas, centenares de médicos y científicos de distintas disciplinas escribían una carta abierta a la ministra de Sanidad donde manifestaban la preocupación y el malestar sentido por el enorme daño que, en su opinión, está causando la pseudociencia en pacientes que abandonan los tratamientos médicos basados en la evidencia científica  tras depositar la confianza en asesoramientos erróneos, imprudentes o fraudulentos. 

¿Despertará un día la población escuchando que miles de concejales, alcaldes, diputados y senadores  de todos los colores han suscrito un manifiesto público denunciando los graves perjuicios directos y colaterales originados a  millones de ciudadanos por la práctica de la “pseudopolítica”? Contemplado desde la perspectiva del bienestar común, la realidad es que el  informe presentado en días pasados por Cáritas bajo el título Economía y personas arroja cifras de pobreza generadoras de algo más que sonrojo, cifras que revelan las perniciosas consecuencias cosechadas en buena medida a la puesta en práctica de terapias “pseudopolíticas” basadas en los  principios activos de la deslealtad y la indecencia.