sábado, 30 de marzo de 2013

Depende

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Si aspectos tales  como la calidad y cobertura de la sanidad pública, la desigualdad entre clases sociales o el acceso a una alimentación  adecuada, inciden en la esperanza de vida de la población, cabe preguntarse si las previsiones publicadas al respecto pecan de optimismo.
Se pronostica que en las próximas tres décadas la media de vida aumentará en unos 5 ó 6 años, sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística (INE) anunció en enero de 2012 que esta había disminuido unas centésimas. Por otra parte, organizaciones como  Cruz Roja, Intermón Oxfam,  o Cáritas coinciden al señalar que  la dinámica de empobrecimiento de las familias y el debilitamiento de las funciones protectoras del Estado, están conduciendo a millones de personas hacia situaciones de vulnerabilidad de difícil retorno (un 40% de la ciudadanía podría encontrarse en la pobreza dentro de diez años), y causando una honda fragmentación social.  O sea, si la realidad del momento es cruda y los análisis sociales acerca del futuro próximo  incrementan la dureza, quizás convenga matizar que la esperanza de vida dependerá en buena medida de la posición social.

Es lo que parece

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Hay que adaptarse a los cambios, parece ser la frase comodín   del momento, el antídoto  universal suministrado para soportar con resignación la transformación y el  deterioro continuado de la calidad de vida de los ciudadanos. Sin embargo,  una cosa es aclimatarse a las condiciones ambientales impuestas por factores naturales, cuestión con escasos márgenes para la diversidad y discusión, pues, ¿quién abogaría por implantar la moda del taparrabos en Siberia?;  y otra distinta es acomodarse y asumir situaciones de desequilibrio e inmoralidad social como si fueran las consecuencias de una erupción volcánica.
A tenor de los acontecimientos, podría decirse que la honradez y lealtad tienen poco futuro, que el trabajo honesto conduce a un entorno repleto de dificultades, que las herramientas adecuadas para triunfar en un proyecto depredador son la codicia, el fraude, la especulación y la mentira.
Por cierto, ¿cómo explicar a los  ciudadanos chipriotas  que un sistema capitalista  nacionaliza parte de sus ahorros en la noche de un fin de semana? Sí, es lo que parece.

 

Para sentirse vivo

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Ante la proliferación de términos utilizados desde el ámbito político y económico a la hora de definir las medidas que constriñen o debilitan las estructuras de integración y progreso social, quizás sea conveniente la edición de un diccionario de eufemismos o calificativos amortiguador.   ¿Qué significa lo de envejecimiento activo? Que uno sepa, hasta ahora  las  personas que se jubilan no son amordazadas ni escayoladas,  la gente pasea, charla, planta lechugas, acude con los nietos al parque, lee, pinta o hace maquetas; o sea, cada cual a su aire y dentro de las posibilidades. Sin embargo,  tal modelo de envejecimiento no está contemplado en  los planes trazados para siglo XXI,   forma parte de una cultura caduca,  una  etapa necesitada de reformas. Envejecer con sosiego y autonomía es algo  tremendamente aburrido,   para sentirse vivo y dinámico hay que levantarse de la cama con inquietudes, y, para ello, nada tan estimulante y enérgico como tener que buscarse la vida hasta la tumba. ¡Qué insulsa y tediosa resulta la vejez con las necesidades básicas cubiertas¡

sábado, 16 de marzo de 2013

Menos historias y más resultados

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Es curioso (¿o sospechoso?) que, si prácticamente el común de las formaciones políticas  incluyen en sus discursos términos y promesas que hablan de bienestar social, de igualdad y justicia, de tolerancia  hacia la diversidad individual y colectiva, de equidad entre hombres y mujeres, de defensa de los derechos humanos y  de preocupación por el medioambiente, tengamos un panorama mundial que presenta semejante  déficit en su cuenta de resultados.  Después de siglos y  siglos  con la misma historia, parece ser que en términos de humanidad aún estamos en pañales, así lo  confirman los dramáticos datos arrojados por las frías estadísticas. Abundancia de declaraciones y guiños de complicidad dirigidos hacia las causas nobles,  pero  el tema está que mete miedo. Cuando se habla con orgullo de las generaciones mejor formadas de la historia, uno se pregunta cuál es el objetivo principal de la capacitación, ¿fomentar el individualismo y modernizar la estética de las brechas sociales, u optar por la innovación en  cuestiones de  calidad de vida a nivel colectivo? Menos historias y más resultados.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Transparencia y honestidad

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Con motivo de la ola de desahucios de viviendas, así como de la volatilización de los ahorros de miles de familias al transformarse en el producto financiero  conocido como  preferentes, no son pocas las opiniones  vertidas en los medios de comunicación que concentran todo el peso de la responsabilidad en un fardo  cargado a lomos de las personas afectadas,  sin tomar en consideración  circunstancias y factores personales que  procuran un elevado grado de  vulnerabilidad a la hora de asumir contratos cuyos contenidos son desconocidos o incomprendidos debido al lenguaje y términos técnicos  empleados en su redacción.
¿Por qué firmaron? ¿No saben leer ni sumar? Despachar de manera generalizada asuntos de semejante calibre aludiendo a la ignorancia y/o al descalificativo de índole intelectual, muestra el nivel de sensibilidad y empatía alcanzado cuando se mira el mundo por encima del hombro.
Al igual que los reclamos publicitarios destacan de forma inequívoca aspectos dirigidos a atraer la atención del cliente, ¿por qué no resaltar  y clarificar con total garantía de  entendimiento los compromisos, deberes y consecuencias adquiridos con la firma de la letra pequeña?  A día de hoy, con un simple archivo de audio recibido a través del móvil u ordenador,  es posible sintetizar y exponer con suficiente claridad la información relativa a las cuestiones de peso. Con transparencia y honestidad se evitan muchos disgustos e ingratas sorpresas.  

 

martes, 12 de marzo de 2013

Florecimiento del desprecio

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Al escuchar el término leche no me viene a la cabeza una caña de cerveza, al ver un bote de miel no siento un sabor amargo en la boca, en cambio, esta tarde me ocurrió algo sorprendente: al leer la palabra futuro en un anuncio de trabajo del cual se hizo eco la prensa, me vino a la cabeza  el entorno social dibujado por Miguel Delibes en la novela Los santos inocentes.  ¿Sería ello síntoma de un trastorno incipiente? Para mi tranquilidad, los comentarios dejados por los lectores en los diarios digitales indicaban que se trataba de algo colectivo, de un sentimiento compartido. Por lo visto,  ante oferta laboral para  una finca a cambio de alojamiento, manutención y la posibilidad de cobrar un salario en el futuro, la gente tiende a volver la mirada hacia el pasado. Lamentablemente, parece que la  política está facilitando el florecimiento del desprecio y la indecencia.

 

domingo, 10 de marzo de 2013

Huérfanos de sabiduría

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Ángeles Caso, en su artículo del 17 de febrero confiesa no entender por qué el mercado laboral  prescinde de la experiencia, en base a qué criterios la sociedad tiende a desplazar a las personas una vez pasada la frontera de los cincuenta, y,  como consecuencia, muestra preocupación ante la salida de precariedad prevista para buena parte de la población que tiene la osadía de alcanzar la madurez.  
Hace unos días, vi un video en Internet donde el profesor José Luis Sampedro decía a los jóvenes estudiantes de una universidad que el ser humano había logrado desarrollar tecnologías de gran complejidad y sofisticación, aunque en un contexto social huérfano de sabiduría, elemento imprescindible para llevar a cabo el cultivo extensivo de la dignidad, fraternidad y felicidad en un mundo que alberga demasiada insensatez y sufrimiento.  Una educación y cultura rica en conocimientos técnicos pero pobre en humanidad y sentimientos, ¿es un buen proyecto?  

 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Veremos

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Cuando crece el número de mesas en las que falta el desayuno, cuando hay que elegir entre el pago de los medicamentos o la cuota de la comunidad de vecinos, cuando la educación y sanidad se ponen al servicio del mercado y la codicia, cuando la compensación a una vida laboral es un viaje a la isla del estorbo y la escasez, cuando la juventud se encuentra con la puerta bloqueada, cuando la caridad se convierte en el único sustento de las familias y la dignidad y autoestima van derritiéndose al ritmo de una vela, puede decirse que la precariedad ha colonizado la vida de los ciudadanos. Y, tal como acredita la historia (de la que poco se aprende), las nubes de descrédito y hastío formadas por la evaporación continuada de la justicia y el bienestar social entrañan el riesgo de tornarse en riadas.
Surgen caras de sorpresa e inquietud ante el resultado de las elecciones italianas (sin olvidar la realidad griega) y la más que posible propagación de semejante escenario; sin embargo, persiste el empeño en continuar con tratamientos políticos que favorecen la concentración de la riqueza y la asfixia de las poblaciones. Veremos por dónde revienta.