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Los Estados invierten en educación para formar y capacitar a la
ciudadanía, en sanidad para prevenir y tratar las dolencias de la población, en
los cuerpos policiales para procurar mantener el orden y la seguridad ciudadana
y en las fuerzas armadas para la defensa nacional, es decir, en
cuestiones que se supone están destinadas al desarrollo, el bienestar y la
protección. En cambio, en una materia primordial como es la
relativa a los medicamentos, la ausencia estatal en la fabricación y
comercialización de los mismos no deja de ser algo llamativo. Sanidad
pública y novedosos y eficaces fármacos privados que, debido a sus
elevados precios, en muchos casos quedan fuera del alcance de las
personas que los necesitan, tal como denuncia el colectivo de enfermos de
hepatitis C. Hay sectores en los que se nota y echa de menos una mayor
presencia e intervención del Estado.