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Al ver las imágenes de miembros de una asociación protectora de
animales francesa que, a través de la fuerza, acaban quitando el
cachorro a un mendigo que forcejea sin éxito en una calle de París, uno se
queda de piedra. Por lo visto, parece que hay quien considera que las ásperas y
lamentables condiciones de vida padecidas por las personas sin techo no son
las adecuadas para estar en posesión de un perro, llegando a otorgarse la
autoridad y el derecho a decidir qué ciudadanos pueden tener o no una mascota,
e incluso usando métodos susceptibles de causar lesiones físicas. Algunos
titulares se han referido a los integrantes de la protectora empleando el
término ‘animalistas’, sin embargo, es complicado
llegar a comprender las muestras de empatía y desprecio puestas de relieve con
semejante actuación, pues la preocupación de los mismos ante las circunstancias
del hombre y el animal llevan el nítido sello del desequilibrio.