miércoles, 9 de septiembre de 2015

Bótox informativo

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En febrero del presente año la prensa publicaba que, según datos aportados por el Observatorio Sirio para los  Derechos Humanos, la cifra de personas muertas tras cuatro años de guerra en Siria ascendía a 210.060, estimando que casi la mitad eran civiles y contabilizando entre ellas a  10.664 niños. ¿Es  acertado publicar fotografías como la del niño sirio fallecido en una  playa turca?, escuché decir el otro día en la radio. Si el inmenso sufrimiento generado por el desarrollo de conflictos armados como el referido no es algo virtual (cuestión que hace muy difícil  comprender las muestras de complacencia y entusiasmo ante el inicio de guerras  ajenas), ¿es adecuado y beneficioso para la sensibilidad e higiene social camuflar o aplicar tratamientos de bótox  informativo?,  ¿contribuye ello a detener o reducir los efectos de las explosiones, las balas y la crueldad del odio desbocado?     Lo preocupante, doloroso o desestabilizador para la ciudadanía no son las instantáneas reveladoras del horror, sino el triunfo nebuloso de  intereses espurios que soslayan los padecimientos de los pueblos.
“Se feliz”, rezan muchos anuncios publicitarios, aunque sin mirar lo   sucedido al otro lado de la orilla,  restringiendo cada día más los límites fronterizos de la empatía.