viernes, 21 de noviembre de 2008

Raíces de odio

El País.com
Cartas al director

Sería recurrente además de pretencioso e ingenuo por mi parte, tratar de desglosar cabalmente las causas que, desde hace décadas, enfrentan al pueblo judío y al palestino, así como juzgar quién tiene más cuota de responsabilidad en la cruenta factura empapada de lágrimas. Pero sí me atrevo a llevar a cabo un diagnóstico basado en el sentido común y en la adversa realidad: aunque los niños carecen de capacidad para entender y realizar complejos análisis políticos o religiosos que avalen y justifiquen sus sufrimientos, sí tienen una gran permeabilidad para absorber, consolidar y reproducir conductas deplorables hacia otros seres humanos. Por tanto, las bombas, los cohetes, los misiles, los muros o los bloqueos han demostrado ser una receta inerte, incapaz de aportar a las raíces del odio nutrientes fundamentados en la paz, la tolerancia y el respeto.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Lo tangible

Público
Cartas de los lectores

Las noticias que nos llegan sobre Afganistán no pueden ser más desalentadoras: la violencia y la guerra se extienden y recrudecen; las bajas civiles aumentan y el rechazo a las tropas extranjeras sigue la misma trayectoria; la población tiene dificultades para alimentarse y los recursos sanitarios y educativos son escasos o inexistentes; las mujeres continúan sin ver la luz.¿Será esto lo que inclina a gobiernos de países europeos a deportar a ciudadanos afganos sin papeles? Hay algo contradictorio entre las intenciones y las actuaciones: si hay tropas internacionales en Afganistán con el objetivo de establecer la paz, la seguridad, la libertad…, ¿por qué se devuelve a un escenario de horror y dificultades a unos ciudadanos que han alcanzado el mundo que se les promete? ¿Acaso volverán a creer o a confiar en las intenciones de los que, a la hora de la verdad, les negaron lo tangible, lo real?

sábado, 15 de noviembre de 2008

Televisión: ¿vale todo para tener audiencia?

Lne.es » Cartas de los lectores » Televisión: ¿vale todo para tener audiencia?

Aún no he conseguido encontrar atractivo ni interés alguno en los programas televisivos que, como único y didáctico contenido, tienen, por ejemplo, divulgar las intimidades que sirvan de regocijo a la audiencia por su alto grado de pendencia o drama familiar- de personas que las ponen en venta; introducir a varias personas durante tres meses en una jaula dorada para que nos deleiten con conversaciones y actos banales; hacer espectáculo de momento incruento de pendencias personales por infidelidades genitales; dar una grata y entusiasta sorpresa a un hijo: presentándose inesperadamente en el plató el cabrón que lo abandonó cuando aún no había nacido. Pero, ¡por fin!, ahora sí tengo motivos para comprarme un aparato con una gran pantalla de plasma y contemplar con entusiasmo los nuevos e ingeniosos programas: Pagan sumas de dinero equivalentes a los salarios de muchos años de trabajo de la mayor parte de los ciudadanos de este país por oír irrefutables confesiones a personas condenadas por delitos que, básicamente, consistían en forrarse con el dinero de los demás.
Será muy difícil un progreso social de calidad si, entre otros aspectos, la demanda y oferta de entretenimiento, información y educación en las televisiones va por estos derroteros.

viernes, 14 de noviembre de 2008

¡Que vienen los rusos!

El País.com
Cartas al director

No entiendo nada, cuando era la antigua Unión Soviética nos amenazaba desde el otro lado del muro con un sistema político sin elecciones democráticas y un sistema económico y de mercado totalmente intervenido por el estado, y, ahora, ¿por qué hay tanta alarma si una vez entrados en el juego democrático y de mercado libre, una empresa rusa desea comprar parte de una empresa privada de otro país? ¿Las empresas españolas no adquieren o participan en empresas extranjeras? Por favor, ¡necesito una explicación que resuelva mi confusión!

domingo, 2 de noviembre de 2008

Desigualdades salariales

ELPAIS.com
Edición impresa
Opinión

Desde hace años, la receta física e ideológica ofrecida en buena parte del mundo por los poderes político-económicos para mitigar el hambre y crear riqueza que mejoren las condiciones de vida de los pueblos, ha consistido en vender un producto basado en el debilitamiento del Estado (desvirtuando la política y sus capacidades) y el fortalecimiento de mundo privado.
Hemos asimilado con naturalidad la existencia de retribuciones por cuestiones laborales, artísticas, deportivas, etcétera, que superan en miles de veces a las recibidas por la inmensa mayoría de los trabajadores. ¿Por qué se valora con esa desproporción el tiempo de trabajo de unos y otros? La productividad y contribución al bienestar de la Comunidad, ¿también es superior en la misma proporción?, ¿es más determinante para el bienestar social el trabajo de un futbolista o de un ejecutivo que, por ejemplo, el del equipo de cirujanos que trabajan realizando trasplantes en hospitales de la sanidad pública