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En ocasiones, tengo la impresión de que hay quien tiende a confundir
la docilidad con la fidelidad, y de ahí que se recurra a establecer
comparaciones entre la conducta de los perros y los humanos. Y, con el uso del
teléfono móvil, parece hemos entrado en una etapa en la que el concepto
de amistad se expande y mezcla como los gases, sin contornos claros y
definidos. Cuando escuché decir a nuestra hija que algunas
amistades se mosquean u ofenden (y ella misma) en el caso de no contestar
con rapidez a los mensajes recibidos por WhatsApp, podría decirse que me quedé
entre perplejo y alucinado. ¿No hay espacio para estar un rato a tu aire? ¿Debe
uno permanecer atento y pegado al dispositivo mientras está despierto? ¿Dónde
queda el respeto a la intimidad y libertad personal? Da la sensación de estar
interpretándose la vida como si fuera un videojuego, donde los personajes
responden a las instrucciones y deseos de quien controla el mando. Con
semejante dinámica de control y seguimiento exhaustivo, una herramienta
tecnológica de tanta utilidad puede acabar convirtiéndose en un
instrumento agobiante. Siendo seres sociables, también es
saludable desconectar cuando el cuerpo y la mente lo piden y necesitan.