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El nivel de fecundidad en nuestro país en 2013 se encontraba a la cola de las naciones europeas, con 1,27 hijos por mujer aproximadamente, una tasa que, en el caso de persistir, haría que la población se redujera a la mitad en medio siglo. En el momento actual, la juventud española declara querer irse al extranjero en una cantidad abrumadora, pues así parece expresarlo el 68% de los jóvenes, con un 36% que contempla la idea de volver y otro 32% sin mantener perspectiva alguna de retorno. Asimismo, una entrevista realizada a 7.000 estudiantes de 14 y 15 años hijos de inmigrantes en España, revela que tres de cada cuatro esperan residir en otros países cuando sean adultos. Hilando los datos anteriores, podría decirse que cada vez habrá menos restaurantes u hoteles que prohíban la entrada o estancia a los niños, pues todo indica que estos escasearán tanto como las lubinas en estado libre. Es palpable que la crisis económica y social ha dado lugar a un seísmo político, y en semejante situación las prioridades de los gobernantes se concentran y dirigen al corto plazo, sin embargo, y con independencia de la posición política en la que se esté enclavado, la evolución de la demografía en España debería ser una cuestión de interés común y abordada sin dilaciones.