viernes, 6 de febrero de 2015

Ni tanto ni tan crudo

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Si la conexión televisiva con el reportero que, pasadas ya las nueve de la noche, informaba en directo sobre la situación del tiempo en una zona montañosa, hubiese durado unos minutos más, me temo que el periodista podría haber acabado como el personaje del anuncio publicitario de una empresa energética, es decir, convertido en un muñeco de nieve. Al ver la imagen del reportero con la cabeza descubierta, el pelo mojado y la barba casi blanca debido a la nevada que estaba cayendo, la información acerca de las inclemencias meteorológicas quedó desplazada por una idea que  pasó a primera fila del pensamiento haciéndose un hueco a codazos: ¡Menudo catarro puede tener éste mañana! Para contarnos si llueve, nieva o sopla el viento con fuerza no parece necesario someterse a semejante penitencia. Por otra parte,  dedicar tanto espacio informativo a describir algo que es característico del invierno, además de desproporcionado, la verdad es que llega a resultar bastante pesado.