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¡Qué gracioso!, con lo pequeño que es! Es una expresión
normal al ver a un niño que, ajeno al mundo, manipula con cierta soltura y se
encuentra absorto ante la pantalla de un teléfono móvil o una tableta
electrónica. Sin embargo, cada vez son más las opiniones y estudios médicos que
previenen acerca de la utilización de este tipo de aparatos por parte de los
menores de tres años al considerar que, lejos de aportar beneficios
educativos, pueden afectar de manera negativa al desarrollo
emocional, a la capacidad de aprendizaje, a la socialización y a la motricidad.
O sea, aunque las nuevas tecnologías pueden mantener muy entretenidos a
los pequeños y tranquilos a los adultos, las
recomendaciones consisten en menos trasero sentado y juego virtual y más
palpar, oler, desarmar, explorar, correr, tropezar, hacer trastadas, ensuciarse
y enredar con otros niños en el parque. Lo de toda la vida, vamos. Lógicamente,
la cuestión tampoco consiste en alejarlos de los dispositivos electrónicos como
si fueran minas antipersona, sino que, tal como ocurre con otras muchas
materias, aquí también hay que tirar de balanza.