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Quizás resulte un tanto
chocante pero, atendiendo a ciertos acontecimientos, parece que el trato verbal
o de palabra hecho entre dos personas en una feria de ganado en torno a la
venta de una vaca o un caballo, ofrece más fiabilidad y seguridad que un
contrato escrito de alquiler de vivienda realizado entre algunas
administraciones públicas y el ciudadano. O, al menos, esa es la
impresión resultante al observar cómo familias con bebés, ancianos y miembros
enfermos o delicados de salud son desahuciados (incluso de madrugada y con
temperaturas bajo cero) debido a la imposibilidad de hacer frente a la fuerte
subida aplicada a la cuota de alquiler establecida por entidades privadas
tras hacerse con la propiedad de pisos de titularidad pública que, en su
día, fueron construidos para facilitar el acceso a
la vivienda de ciudadanos en situación de dificultad o vulnerabilidad
económica.Además de dar la vuelta a un calcetín social que, en principio,
parecía irreversible, es una forma más de socavar la
credibilidad de la ciudadanía hacia la actividad política, una manera de
acrecentar la desconfianza entre representados y representantes elegidos en las
urnas. Factores que contribuyen a explicar y entender el actual seísmo
político.