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Aun siendo el máximo responsable religioso de la Comunidad Católica,
tengo la impresión de que un buen número de personas declaradas agnósticas y
ateas se sienten más identificadas o próximas a las ideas sociales
manifestadas por el Papa Francisco que a las de muchos líderes políticos.
A día de hoy, algunos de los deseos y planteamientos formulados para
adecentar el mundo parecen estar recogidas en el catálogo de medidas radicales
o populistas. En cuanto a la intolerancia y puesta en
práctica de acciones contra la pederastia y los abusos a menores dentro de la
Iglesia, el Pontífice ha dado muestras claras de nadar hacia la orilla donde se
encuentran las víctimas y tomar distancia respecto a quienes cometen
atropellos sexuales. Una cuestión de valores y sensibilidades.