sábado, 8 de noviembre de 2014

Sentimientos irreprimibles

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En casa nunca me enseñaron ni animaron a profesar la religión de la envidia, el poder y la riqueza, pero admito que el pasado domingo llegué a tener sentimientos irreprimibles de envidia durante la visión del programa televisivo Salvados, al cotejar el  nivel  de concienciación y el comportamiento social mostrado en Dinamarca y España ante  conductas y prácticas impregnadas  de corrupción,  deslealtad y  menosprecio por los recursos e intereses públicos.  Aunque esta navidad volverán a repetirse las  imágenes de ciudadanos descorchando botellas de cava y champán por haber obtenido un premio en la lotería de navidad, hay  bienes o valores como la  ética y el compromiso con el bien común que  no serán adquiridos a través de sorteos o juegos de azar, sino con mayores porciones de educación, honradez, sensibilidad y preocupación por las cuestiones relativas  al bienestar de la mayoría. Cuestiones que, lamentablemente y según se encarga de constatar la realidad, no parecen estar demasiado arraigadas en nuestras tradiciones y aspiraciones sociales. Por otro lado, ¡qué incertidumbre y pena genera observar el deterioro progresivo de la relación existente entre el gobierno autonómico de  Cataluña y el gobierno central!  Por dónde pasa el futuro de las parejas, ¿por el amor y el respeto o por el recelo y las amenazas? Qué producto tiene más poder de unión y convivencia, ¿el  adhesivo político o el jurídico?