martes, 25 de noviembre de 2014

Sujetas con frágiles alfileres

Hoy>Opinión>cartas del lector
La Voz de Galicia>Opinión>cartas del lector
El Comercio>Opinión>cartas del lector
El Correo>Opinión>cartas del lector
El Norte de Castilla>Opinión>cartas del lector
La Voz de Cádiz>Opinión>cartas del lector

Cuando las normas se sustentan sobre una sólida base de sentido común,  el eco de las críticas  suele ser débil y de corto alcance. No se escuchan voces que consideren una barbaridad establecer sanciones para quienes, por ejemplo, circulen haciendo caso omiso de los stop y semáforos o efectuando adelantamientos en curvas sin visibilidad alguna. En cambio, hay reglas o preceptos que parecen estar sujetas  con frágiles alfileres de sensatez, como el reformado apartado de la nueva Ley de Tráfico referente a los accidentes por atropello de especies cinegéticas que, en opinión de múltiples profesionales del  derecho, deja a los conductores en una situación de vulnerabilidad y desprotección preocupante, pues aunque la conducción sea prudente y ajustada a las señales, indicaciones y condiciones atmosféricas del momento, el conductor del vehículo podrá ser responsable de los daños causados a personas (incluida la de los ocupantes) y bienes. Es decir, si un ciervo o jabalí  irrumpe de manera intempestiva en la vía ocasionando un accidente de tráfico prácticamente inevitable, cabe la posibilidad de que la inocencia se transforme en una pesada carga de responsabilidad. Uno paga impuestos, tasas y seguros para estar abrigado y, sin embargo, parece que cada día se siente más el frío.