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Al igual que se establecen
medidas destinadas a la conservación y el mantenimiento del patrimonio
histórico, artístico o natural de ciertos parajes, llevando a cabo la regulación
de materias o aspectos (como los relativos al horario, al número de
entradas diarias y al comportamiento de las personas durante las visitas) que,
sin la intervención y el control de las autoridades
competentes, acabarían teniendo una repercusión negativa sobre el mismo,
¿no sería conveniente impulsar políticas públicas dirigidas al cuidado y la
sostenibilidad de las poblaciones que padecen las consecuencias derivadas del
“hiperturismo”? No parece razonable que, por ejemplo, haya localidades españolas
con déficit de profesionales de la sanidad, educación, justicia o seguridad
ciudadana por la imposibilidad de que estos puedan asumir el
elevado coste de la vivienda en alquiler. El mercado se controla a sí mismo, se
indica al ensalzar la desregulación y la ausencia de la mano pública, aunque
sin pararse a observar los perjuicios sociales causados y sin tener presente un
grave peligro de la especulación desmedida: convertir el éxito en fracaso,
intoxicar hasta la muerte a la gallina de los huevos de oro.