Infección cultural

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Si Papá Noel recibe una carta de una niña de 7 años pidiéndole comida, una pelota (destinada a su hermano) y una manta, ¿sería normal que la respuesta fuera el envío de un paquete repleto de repugnancia y antipatía?  Y si los Reyes Magos, de camino a repartir los regalos en la urbanización de la exuberancia,  observan que hay alguien envuelto entre mantas en el frío rincón de un soportal,  ¿sería lógico que tuvieran el impulso irrefrenable de acercarse para insultarle e incluso propinarle una paliza?   Siendo el hombre un ser sociable por naturaleza, que viene desnudo al mundo, que depende de atenciones directas durante un periodo considerable de la vida y que es perfilado con el formón de la enseñanza desde su nacimiento para la adaptación y convivencia en comunidad,  la concurrencia de sentimientos de rechazo y aversión hacia las personas en situación de pobreza (aporofobia), ¿es una cuestión natural  o inducida por un entorno cultural aquejado por una infección que deteriora el sistema de principios y valores éticos?  

El riesgo de una mala gestión

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La joven, que rondaría los 30 años de edad, tenía en la pantalla del teléfono móvil una fotografía de su rostro que, con manifiesta soltura, fue objeto de múltiples cambios y efectos hasta dar con la imagen finalmente elegida para exhibir en Internet. Unos veinticinco minutos en el autobús público centrados en la auto-contemplación, preparando la que podría ser la foto del día, la selección del selfie más impactante y con mayor capacidad de aglutinar esos anhelados “me gusta” de los posibles seguidores en las redes sociales y que, según parece, en muchos casos son como el cordón umbilical de la autoestima. Es decir,   el aprecio personal puede verse beneficiado  o perjudicado en función del flujo de nutrientes (votos positivos) recibido desde una placenta virtual, con episodios de ansiedad, rabia, envidia, celos o tristeza profunda.  Tal como se está constatando con el paso del tiempo, una mala gestión de las herramientas de la información y comunicación puede representar un riesgo para el equilibrio y bienestar de las personas. 

Salida de las hondas trincheras

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Cuando todavía quedaban  unas horas para el comienzo del sorteo de la Lotería de Navidad, ya había quienes celebraban el resultado de las elecciones en Cataluña con una copa de cava en la mano. Ahora bien, una vez pasados los momentos de euforia partidista por el premio obtenido en las urnas, toca acordar la formación de un gobierno cuyo objetivo central e inequívoco sea el desarrollo de las condiciones de vida de la ciudadanía en su conjunto, algo difícil de lograr sin el impulso y la puesta en marcha de políticas alimentadas con las energías limpias de la sensatez, la honestidad, la eficiencia, la generosidad, la reconciliación y la sensibilidad social. Salida de las hondas trincheras emocionales cavadas durante los últimos tiempos y voluntad sincera para colaborar en el desminado que facilite la vuelta al terreno de la política juiciosa y saludable, el bienestar de la población no consiste en profundizar y encofrar las diferencias.

Agresiones y atropellos sin factura

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En la noche del sábado, las chicas estaban charlando en un disco pub cuando, sin esperarlo, un joven desconocido se aproxima hasta éstas y sin mediar palabra coge por las muñecas a una de ellas y le da un beso en los labios. La invasión de la intimidad y  violación de la voluntad  dejó a la chica  paralizada, indignada y con lágrimas en los ojos,  provocando la reacción reprobatoria de una compañera que dio un paso al frente con la intención de hacer visible la difusa frontera del respeto. La respuesta inmediata del aludido fue empuñar el hacha de la amenaza física soltando frases del tipo “te vamos a reventar”, cuestión que llevó a un tercero a interponerse en la discusión para interceder a favor de las jóvenes, recibiendo por ello un golpe causante de una herida en un labio. Finalmente, el personal del local interviene terminando con la disputa y acompaña a los amantes del abuso y la hostilidad hasta la puerta de salida. Y a continuar liándola a su antojo, que el mundo les pertenece.

Un final no calculado

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Fueron pasando los meses, y la discreta cantidad de gatos  que solía rondar el lugar se ha multiplicado por  cinco o seis en  apenas dos años. Tienen sus refugios en los arbustos próximos a la puerta de entrada metálica de una pequeña parcela situada en la zona semi-urbana,  huecos hechos en la densa vegetación con unas cuantas tablas para mantener los espacios útiles y protegidos con plásticos que, en la medida de lo posible,  tratan de conservarlos secos y resguardados del viento.  Con   gran cariño y dedicación  regular, la señora fue alimentando y cuidando de los animales hasta dar lugar a una colonia que, llegado el caso de perder la atención proporcionada, es previsible que la población sufra una merma considerable debido a la falta de comida (muchos ejemplares para un territorio reducido)  y al incremento de lesiones y enfermedades con mayor presencia entre los gatos que viven en la calle. En ciertas cuestiones, un caudal excesivo de ternura y buena voluntad desemboca en un desastre no calculado ni contemplado.

La fermentación del éxito

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A la pregunta de qué es la modestia, hay quien podría responder que le suena a una parada del metro  situada en  el extremo  opuesto  al  de  la  zona donde  tiene  su  residencia.  Desconozco si, tal como publica la prensa,  la afirmación hecha por un jugador  del  Real Madrid  responde  a la realidad o se trata de un deseo tejido con los hilos de la egolatría, pero apuntar  hacia  uno   mismo como el mejor futbolista de la historia, parece ser una señal luminosa de dirección  que conduce directamente a una pista sin salida con final en  el  palacete de la vanidad.   Un lugar  de  entrada libre donde las puertas permanecen  abiertas  día  y  noche,    un espacio  sin  carteles que  adviertan  acerca  de  los  riesgos contraídos al penetrar en la bodega del éxito,  donde la concentración de  vapores  procedentes  de la fermentación   puede  dar  origen  a  serios  trastornos  en  el sentido de la moderación, así como una envidia voraz y desasosegante.

Tendencias sociales

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¿Qué valor y significado tiene sacar fotografías de los platos consumidos en locales de hostelería para volcarlos de manera inmediata en las redes sociales? ¿Contribuye tal práctica a proporcionar mayor satisfacción y plenitud al momento gastronómico? Y, ¿por qué no existe esa misma e irresistible inclinación cuando se trata de la comida puesta en la mesa de nuestro hogar o en la del centro de trabajo? En relación a esta moda, en apariencia un tanto exhibicionista, debo confesar que mantengo la virginidad intacta, pues al acudir a un restaurante procuro centrar los sentidos en disfrutar de los sabores ofrecidos por la comida y la compañía. Hay tendencias sociales que pueden generar la sensación de estar desconectado y fuera de lugar, tal como podría sentirse un pez en un terrario.

Hipocresía vocacional

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Según escuché en un programa de radio, un tercio de los españoles echa mano de la excusa para sortear las cenas de Navidad, y una quinta parte estaría incluso dispuesta a soltar unos cuantos euros con tal de no sentarse a la mesa con  jefes y compañeros de trabajo. ¿Será diciembre el mes estrella de la disculpa y la simulación?  En realidad, ¿es posible atravesar las diferentes etapas de la vida sin llegar a poner los pies en el  escenario del paripé? Sin embargo, en ciertos sujetos parece ser algo vocacional, dotados de capacidad suficiente para desempeñar distintos papeles durante horas y horas sin decaer, manteniendo el ritmo de actuación con soltura y fervor, lo que se dice unos profesionales como la copa de un pino  que, por justicia social, deberían ser distinguidos en acto público con la prestigiosa medalla de la hipocresía. Por extraño que parezca, algunos de estos artistas vuelven a ser avalados y premiados socialmente con puestos de responsabilidad política e institucional. 

Ingesta diaria de falacias

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Según señala la empresa consultora Gartner, al menos la mitad de las noticias que circulen y expandan por las redes sociales en el 2022 serán falsas.  En la actualidad no soy usuario de ninguna de estas plataformas  virtuales, algo que en ocasiones lleva a cuestionarme si  seré un bicho raro, aunque teniendo en cuenta tan lamentable pronóstico, no parece que vaya a  sentir la necesidad de ser un consumidor complaciente y entusiasta de un menú cuyo plato principal sea la mentira.  Si el exceso de grasa contribuye a obstruir las arterias, una ingesta diaria y cuantiosa de falacias origina daños de consideración en el intelecto de la ciudadanía, dando lugar al deterioro progresivo de la salud democrática. ¿Es satisfactorio e higiénico estar rodeado de personas que mienten más que hablan? Entonces, por qué estar conectado y atento a la difusión continua de publicaciones tóxicas y dañinas para el desarrollo de una sociedad limpia y honesta.

Hacia un choque frontal

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Factores tales como el peso del vehículo, la velocidad de desplazamiento, el sistema de frenos, la calidad y el estado de los neumáticos, la calidad del pavimento, las condiciones meteorológicas y el tiempo de reacción del conductor tienen una incidencia que, en mayor o menor proporción, determinan la distancia recorrida por el mismo antes de lograr su detención. Es decir, el control de la situación aumenta evitando las distracciones, siguiendo las recomendaciones de los expertos respecto al mantenimiento técnico del vehículo, adecuando la velocidad a las circunstancias en las que se realiza la conducción y manteniendo la distancia de seguridad oportuna. Pues bien, según señalan más de 15.000 científicos de 184 países, el pesado vehículo de la actividad humana va a una velocidad excesiva, guiado con distracción y en una dirección que lleva a un choque frontal con la naturaleza. En definitiva, de no tomarse en serio las conclusiones y advertencias científicas de manera inmediata, parece que las consecuencias derivadas del descontrol van a resultar catastróficas para la vida en el planeta. ¿Será capaz la humanidad de parar esta carrera alocada y adoptar un paso equilibrado y sostenible?