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Un niño acude al comedor de un colegio pamplonés sin la bata personal
de uso obligatorio cuya finalidad no es otra que la evitar posibles manchas en
la ropa, situación que lleva a la profesora a ponerle una de color rosa de las
que había de reserva y que, finalmente, da lugar a la denuncia de la madre del
menor contra la docente por un presunto trato denigrante. Pongamos que hay una
excursión programada al campo y el pequeño aparece sin el chubasquero
recomendado por el centro educativo para protegerse de la posible lluvia,
¿debería la profesora exponerle al agua antes de facilitarle un impermeable
sobrante cuyo color pudiera resultar inapropiado a los ojos de los
progenitores? Por lo leído en internet, en el siglo XVIII el rosa era un color
usado de manera indistinta por niñas y niños, incluso más asociado a lo
masculino, aunque con el paso del tiempo la cuestión fue tomando una vertiente
de género que nos ha llevado hasta aquí, estableciendo clasificaciones y
asentando prejuicios en torno a los colores que conducen al absurdo y la
confusión.