El Periódico>Opinión>cartas del lector
La Vanguardia>Opinión>cartas del lector
Las Provincias>Opinión>cartas del lector
La Nueva España>Opinión>cartas del lector
El Correo>Opinión>cartas del lector
El Diario Montañés>Opinión>cartas del lectorEl Día de Córdoba>Opinión>cartas del lector
La Opinión A Coruña>Opinión>cartas del lector
Diario Sur>Opinión>cartas del lector
Europa Sur>Opinión>cartas del lector
El Diario de Sevilla>Opinión>cartas del lector
Málaga Hoy>Opinión>cartas del lector
Díario Córdoba>Opinión>cartas del lector
Huelva Información>Opinión>cartas del lector
La disminución y desaparición escalonada de recursos y servicios en
cada vez más pueblos españoles está llevando al vaciado de la zona rural, donde
la población escapa como el agua de un depósito perforado por una corrosión
progresiva. Sin embargo, parece ser que la concentración del personal en las
ciudades tampoco resuelve los problemas cotidianos de una ciudadanía defraudada
y desorientada ante la falta de oportunidades y el ascenso de una precariedad
social que arrincona a millones de familias y que, tal como pone de manifiesto
la realidad, favorece el avance de la desertización del suelo político dedicado
al cultivo de la moderación y el entendimiento. Y, un terreno que
presenta escasa permeabilidad a la negociación, el acuerdo y el compromiso
honesto, ¿es el apropiado para la siembra de la cohesión y la prosperidad
general?