jueves, 29 de septiembre de 2011

Espacios intermedios

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Nacidos en los años 20 y 30, mis padres tuvieron escasas posibilidades de asistir al colegio, comenzaron a colaborar y trabajar en labores domésticas y agrícolas antes de iniciar la adolescencia, vivieron tiempos de enfrentamiento y rencor social, intimaron con la dificultad y escasez  de la posguerra y, entrados ya en la madurez, pudieron catar y valorar los frutos de la evolución política, económica y social dada en nuestro país.  Siendo de la década de los 60, nunca me he ido a la cama con el estómago vacío, la sensación de sentirse huérfano de seguridad y progreso no es cuestión que enturbie mis recuerdos y las condiciones u oportunidades formativas, sanitarias y laborales disfrutadas experimentaron una mejora sustancial respecto a las generaciones anteriores. Si pensábamos que nuestros hijos continuarían por la senda del crecimiento ilimitado en cuestiones materiales, parece ser que pecábamos de ingenuidad o que erramos en los cálculos, pero entre la tendencia hacia la sobreabundancia o el despilfarro (que no es sinónimo de mayor felicidad) y la carencia o adversidad, ¿acaso  no hay espacios intermedios?  Sin políticas de decrecimiento y mayor equidad social a nivel global, ¿qué futuro le espera a la humanidad?

lunes, 26 de septiembre de 2011

Cuestiones transfronterizas

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En la entrevista realizada a Robert Redford (Magazine del 11/IX/2001), este expresa su tristeza por el panorama político existente en la actualidad en los Estados Unidos, que considera alejado de los intereses de la ciudadanía, enfrascado en continuas broncas y batallas partidistas y pervertido por quienes utilizan la política con el objetivo de satisfacer sus inconfesables aspiraciones personales. Aun estando a miles de kilómetros de distancia, el sentimiento de pena y decepción del actor y director no el algo que resulte extraño, pues la realidad política, económica y social en nuestro país tampoco es como para sentir orgullo y optimismo: tenemos un nivel de desempleo alarmante, una deuda financiera elevada, un fraude fiscal preocupante, una corrupción indeseable, un grado de desconfianza notable hacia la clase política, una merma progresiva del estado del bienestar alcanzado tras… Al igual que la contaminación medioambiental, parece que la sensación de pesadumbre o desilusión y el deseo de cambios sociales son cuestiones transfronterizas.

sábado, 24 de septiembre de 2011

¡No nos queda nada!

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Al adquirir productos con materiales o componentes electrónicos pagamos el IVA, así como el correspondiente porcentaje para costear parte de las posteriores  fases de reciclado una vez nos deshacemos de éstos. Pues, según indica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el nivel de fraude o incumplimiento normativo en el tratamiento de estos residuos es considerable, ya que solo el 40% de los 15 electrodomésticos sometidos a seguimiento llegaron a pasar el proceso adecuado. Es evidente que donde hay dinero surgen tentaciones, sin embargo, cuando las pautas fraudulentas salpican la vida social y alcanzan dimensiones sobresalientes, como pudiera ser en el campo de la fiscalidad  o en este mismo, por una parte, se pone de manifiesto que en materia de educación y conciencia colectiva no es como para sentirnos  satisfechos. Por otra, parece señalar que los mecanismos estatales de control son insuficientes,  están distraídos  o bastante despistados, es decir, menos eficientes de lo que cabría esperar. ¡No nos queda nada!

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Más de dos primaveras

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Han pasado más de dos primaveras desde que se anunciara la visión de brotes verdes en la economía, pero desde entonces bien parece que no se ha salido del frío y duro invierno. Si además del elevado nivel de desempleo, de la congelación de las pensiones, de los recortes en prestaciones y servicios públicos, de la alta morosidad de las autonomías y Ayuntamientos o del dramático número de desahucios o embargos de viviendas, añadimos la reciente noticia de que la farmacéutica Roche podría llegar a suspender el envío de fármacos a los hospitales que presenten casos de morosidad dilatada, la verdad, no es para sentir tranquilidad u optimismo. ¿Quién hubiera imaginado semejante escenario en un país europeo como Grecia? A la vista de los acontecimientos, los brotes no solo eran un espejismo, sino que las ramas del árbol corren el riesgo de quedarse secas.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Increible e impresentable

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Desde que comencé a trabajar, hace alrededor de veintiséis años, la totalidad de mis ingresos han estado sometidos al control de la Agencia Tributaria y, por supuesto, a las cargas fiscales correspondientes en cada momento; durante este tiempo he tenido la fortuna de no padecer enfermedades o accidentes destacables, motivo por el que las bajas laborales suman alrededor de cinco meses; el piso adquirido era usado, no hubo pago alguno en dinero negro y hace ya unos años que estamos libres de hipoteca; no tenemos vehículo de gama alta,  muebles de lujo ni cuentas o préstamos pendientes. Es decir, vivimos conforme a nuestras posibilidades económicas,  tal como indicaba el hijo pródigo del artículo de Andrés Trapiello (Magazine del 04/09/2011). Sin embargo, parece que los mayores y verdaderos responsables del desaguisado financiero y económico continúan repartiéndose millones de euros por los inestimables servicios prestados al bienestar social, y quienes ocupaban cargos en organismos e instituciones encargadas de prevenir situaciones semejantes observan el panorama cómoda y holgadamente. Al contrario de lo ocurrido en las compañías de seguros, en esta crisis, quienes menos estragos causan más se fastidian.

Medidas

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Ante fenómenos naturales como los terremotos, tsunamis o huracanes, que pueden destruir en cuestión de horas o minutos edificaciones e infraestructuras realizadas durante años con mucho trabajo y esfuerzo, los estados llevan a cabo de manera continuada labores de investigación, control, planificación y regulación con el fin de evitar y reducir los dañinos efectos derivados de éstos.
En presencia actitudes o comportamientos humanos como la especulación, indiferencia y codicia, que son capaces de desmontar en cortos períodos de tiempo el estado del bienestar alcanzado tras siglos de un progreso social no exento de hostilidad, dolor y lágrimas, tal como está sucediendo en estos momentos, ¿están tomando los gobiernos medidas eficaces y adecuadas para proteger a los ciudadanos e impedir el debilitamiento o deterioro del sistema democrático, de progreso, de justicia social y de convivencia desarrollado y puesto en marcha hasta ahora?

Un simple ejercicio

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Las chicas tenían que estar disponibles las 24 hora del día y, por el módico suplemento de diez euros, eran obligadas a mantener relaciones sexuales sin medios de protección frente a las enfermedades de transmisión sexual (y quizás embarazos), aspecto que pone de manifiesto la absoluta indiferencia del que es objeto la salud de estas personas, explotadas sin miramiento alguno como si de una simple y provisional mercancía se tratara. Por desgracia, noticias de este tipo saltan a la palestra con demasiada frecuencia, pues para ejercer la avaricia y mezquindad parece que hay lista de espera, pero, ¿y qué decir de la clientela? Ardua tarea la de asimilar la carencia de sensibilidad o escrúpulos de quien busca placer acostándose con una chica que sabe está forzada y amenazada, así como la de comprender que la frontera entre la seguridad y el riesgo propio o ajeno sea cuestión de unos pocos euros.
Sí la proliferación del tráfico y secuestro de personas sometidas a la prostitución tiene una vinculada directamente con la demanda, no estaría de más que quienes solicitan sus servicios hicieran un simple ejercicio mental: situarse en la otra parte.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Qué está fallando

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A saber si se trata de fastidiar por placer, de fobia al turista o forastero, de tendencia a ser anónimo protagonista de la memez o de ser diana de pensamientos y calificativos surgidos del súbito enojo, aunque, a tenor de lo visto, pocas deben ser las localidades o municipios libres de personajes que se dedican a pintar y tachar las señales ubicadas en las carreteras cuyo fin es indicar la dirección o localización de parajes o poblaciones, así como a destrozar paneles informativos existentes en lugares públicos como rutas, sendas, playas, etc. Y, si como parece estar claro y bien visible, las huellas del menosprecio y desinterés manifestado hacia los demás y los bienes colectivos no solo se reduce a los ámbitos mencionados, sino que tienen presencia en la práctica totalidad de los terrenos o ámbitos sociales, ¿no es como para preguntarse en qué se está fallando, qué valores se transmiten para que la toma de conciencia  en cuanto al respeto por lo público y los derechos del prójimo llegue a naufragar de esa manera?

domingo, 11 de septiembre de 2011

Dar un giro

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Si este es el siglo en el que la humanidad deberá abordar sin rodeos y dilaciones los graves problemas medioambientales causados por la contaminación y el excesivo consumo de recursos naturales, parece evidente que habrán de acometerse transformaciones políticas, económicas, culturales y sociales a nivel global, pues la dinámica de crecimiento y desarrollo propulsada por la ambición e insensibilidad no sólo ha demostrado ser equivocada, perjudicial e insostenible, sino profundamente desequilibrada e indecente.
En la biografía del ser humano hay demasiadas páginas dedicadas a las calamidades, injusticias, iniquidades y guerras, ¿no es hora ya de dar un giro a la historia, de comenzar a escribir capítulos más agradables y menos vergonzosos? Sin la internacionalización de la empatía, el respeto, la cooperación, la paz y el sentido común, el panorama mundial que se atisba para el futuro es de convulsión y desgracia y, probablemente, de corto recorrido.

Terrible, penoso y sonrojante

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Cuando en los años sesenta y setenta los hippies se vestían de príncipes y entregaban a la psicodelia en la floreada ciudad de Kandahar, parece ser que la mitad de los niños afganos morían antes de los 5 años, alrededor del 90% de la población era analfabeta, la mitad de las tierras fértiles pertenecían al 5% de los propietarios, la media de vida era de 40 años y buena parte de la ciudadanía era azotada por la enfermedad y el hambre. Desde entonces, y tras pasar por golpes de estado, revoluciones, invasiones y guerras civiles se han quedado por el camino muchas vidas, el índice de alfabetización no alcanza el 30%, el país ocupa el puesto 155 (de un total de 169 países) en la lista que mide el índice de desarrollo humano (IDH), la esperanza de vida está por debajo de los 45 años y las mujeres viven bajo condiciones extremadamente restrictivas y severas. Terrible, penoso y sonrojante.
Si como indica el Magazine del 28 de agosto, a los afganos les encantan las flores, uno se pregunta: ¿por qué la limpia, simpática, vital y bonita sonrisa de la niña mostrada en el reportaje tendrá que ocultarse al mundo tras un burka?

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Dieta infantil

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En la mayor parte de las habitaciones de nuestros hijos hay más juguetes que en todo un pueblo de otras zonas del mundo y, sin embargo, parece que ello no les garantiza mayores cuotas de felicidad que las sentidas por los menores de sociedades más humildes. Que un chico denuncie a sus progenitores porque considera que el derecho que le asiste a mantener una vida contemplativa y un regular ritmo de consumo y disfrute de servicios ha sido limitado, la verdad, es un hecho que no entraba en los cálculos de generaciones anteriores. ¿Es cabal y saludable una sociedad en la que el horizonte de la dicha individual es proporcional a la posesión y acumulación de bienes materiales, a la ostentación o al frívolo famoseo? Y si, como indica Eduardo Punset, los menores no son educados para gestionar sus emociones, ¿no existen en la dieta infantil demasiados nutrientes que facilitan el camino hacia la frustración, la depresión o la desdicha?

domingo, 4 de septiembre de 2011

Qué globalización

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Mientras leo un reportaje periodístico acerca del campo de refugiados Ali Addeh, ubicado en el cuerno de África desde el año 1990 y donde las extremas condiciones de vida son la única posesión e incluso esperanza de miles de personas desplazadas de sus pueblos por inaplazables cuestiones de supervivencia, mi hija chatea y comparte con una amiga y compañera de instituto una inquietante confidencia: la compañía telefónica le facturará un cargo de casi 30 euros por sus descuidadas conexiones a Internet y le desasosiega la reacción que pueda tener su madre cuando se desvele el secreto. ¿Quedará sin móvil una temporada?
AwaleYoussof huyó de las balas cuando tenía 15 años y lleva dos en el campo flagelado por los recuerdos, prisionero del miedo al retorno y víctima de la añoranza e incertidumbre del destino de su madre y hermanas.
¿De qué globalización hablamos cuando se dan realidades tan dispares?.