jueves, 28 de enero de 2016

Sencillo de entender

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Al igual que no me cuesta entender la reacción de las personas que, guiadas por el pavor surgido tras ser conscientes del inminente hundimiento del buque en el que viajan  (cuestión tratada con bastante éxito en la película El Titanic), tratan de poner a salvo su vida y la de los seres próximos o queridos, tampoco tengo  dificultades para comprender la huida emprendida por los ciudadanos que, con gran pesar y un abultado terror, procuran por todos los medios dejar atrás el infierno terrenal de la guerra; un escenario apocalíptico engendrado  desde la tiniebla   al que está invitado el conjunto de la población. Solo hay que ver algunas de las grabaciones aéreas que circulan por ‘You Tube’ acerca del estado de destrucción en el que se encuentran muchas ciudades sirias (así como de otras urbes de distintos países), para darse cuenta de las sobradas razones que motivan  el desplazamiento del personal en busca  de un espacio humano cálido y luminoso. Distanciarse del odio, la crueldad, el dolor y la desolación para, desgraciadamente, darse de bruces con la indiferencia, el rechazo o la animadversión   Algo tremendo y desesperanzador.

lunes, 25 de enero de 2016

Estupefacción

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Cuando no se tienen trastornos en el olfato, la reacción instintiva al penetrar en una atmósfera pestilente suele consistir en taparse la nariz,  contener la respiración y distanciarse buscando un entorno más agradable; cuando a uno le funciona el sistema gustativo con normalidad, algo habitual ante la ingesta inocente de, pongamos,  un buen trago de café con sal, es la tendencia al vómito; cuando no se padecen problemas de ceguera, hay imágenes que, debido a la crudeza física y/o moral desprendida,  desvelan conciencias, golpean   sensibilidades  o hacen que se doblen las piernas; cuando no existen alteraciones en el tacto, la respuesta normal en el caso de que una mano graciosilla nos introduzca un trozo de hielo de manera sorpresiva en la espalda, es procurar sacarlo con rapidez y proferir  cariñosos calificativos; y,  cuando el oído no sufre una merma de consideración, escuchar ciertas declaraciones en  boca de personas con responsabilidades públicas e institucionales, puede causar gran estupefacción. Un trueno  que, parece ser,  recorrió  recientemente la geografía nacional a  una velocidad superior a la del sonido, fue el originado por un rayo que trazo e iluminó en el cielo un curioso mensaje: Hacienda somos todos,  no es más que un anuncio publicitario.


sábado, 16 de enero de 2016

La sociedad cambia y se mueve

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Por una parte, se manifiesta preocupación  ante un modelo de organización social donde abundan los obstáculos en materia de conciliación familiar,  situando el foco en, por ejemplo,  la repercusión que ello puede tener  en la educación, las emociones y la conducta de los menores;  o en la presión, el esfuerzo y la responsabilidad que, para muchos abuelos,  supone el hacerse cargo de los nietos pequeños con regularidad y durante largos periodos del día.  Por otra,  algo tan  natural (aunque no corriente) como  que una diputada acuda al Congreso con su bebé,  concentra la atención mediática y causa gran controversia pública. Otra cuestión que, por lo visto, ha generado cierto desconcierto, es la alteración de  armonía estética predominante en el hemiciclo durante décadas; algo que suele suceder en los saltos generacionales. ¡Cuántas discusiones entre padres e hijos debido a la indumentaria y apariencia! La sociedad se mueve y cambia desde hace siglos y, cause mayor o menor fascinación, continuará en movimiento. Lo que causa verdadera confusión y contrariedad en la ciudadanía, es que la deshonestidad y la prostitución ética puedan ocupar los asientos destinados a la honradez y la belleza interna.

viernes, 15 de enero de 2016

Exhalar e inhalar

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Me encontraba haciendo la compra en una frutería próxima al domicilio, donde la mayor parte de la mercancía está dispuesta de manera que los clientes puedan proceder al autoservicio, cuando entra  una chica que, dirigiéndose a la tendera con un  trato  que evidenciaba cierta confianza, manifiesta el deseo de efectuar un pedido y   pregunta si podría acercárselo hasta su dirección, pues según expresa con una naturalidad pasmosa, ‘le da la chapa’ tener que llevarlo ella. Aunque, eso sí, sin apurar, sin rigidez, concediendo un margen horario amplio; o sea, facilitando las cosas.   ¿Dedicar tiempo y esfuerzo a un cometido que puedes empaquetar a otro? ¡No fastidies! Y, por supuesto, nada de montarse películas  o acudir a disculpas untadas con  vaselina, las cosas como son, con franqueza, y en el caso de llegar a causar rozaduras o escozores, parece que la recomendación sugerida de forma implícita es  la colocación de  un apósito  para mitigar las molestias del morro y la indiferencia. ¿Estaré perdido o fuera de juego al presumir que, por lo general, quienes exhalan jeta exigen inhalar aire limpio y saludable?  

sábado, 9 de enero de 2016

Imprevisión e inflexibilidad normativa

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Aunque pueda resultar extraño,  parecen existir menos dificultades  para  certificar u homologar  ante el organismo competente vehículos, remolques y máquinas que han sido objeto de modificaciones o adaptaciones técnicas, que para jugar al fútbol en un equipo de barrio cuando se es menor  de edad,  extranjero y huérfano. Así lo revela la noticia  de un chico rumano  de 13 años abandonado por sus padres  a las puertas de un orfanato  siendo un bebé  y que, tras   cinco años  de residencia en España, llevar  dos o tres  temporadas jugando en un modesto club de Alcorcón y  estar próxima la finalización del proceso de adopción por parte de la pareja con la que vive, ha visto frustrado el deseo de  federarse (o sea, jugar partidos oficiales) al incumplir las condiciones exigidas por la Federación Internacional de Fútbol (FIFA). Entre otras cuestiones, ¿presentar un documento firmado por los padres biológicos, fotocopias de sus pasaportes y una partida de nacimiento inexistente? En definitiva, la imprevisión e inflexibilidad de la normativa respecto a las vías de auxilio y emergencia, han dejado al menor atrapado en un túnel de lágrimas y tristeza.  ¿No se dice que rectificar es de sabios?

Contrasentido

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Mientras veía el telediario a través del ordenador, en el que se comentaba la conveniencia de filtrar la demanda caprichosa de regalos por parte de los niños en estas fiestas navideñas, me da por consultar el correo electrónico y, adoptando un gesto mecánico de sorna,  observo el encabezamiento o asunto de uno de esos  correos  indeseados recibidos a diario: Alejandro, date un capricho. Pocos minutos después, paso a escuchar publicidad de la ONCE   donde se resalta la figura del vendedor de cupón poniendo de relieve la cercanía e integración del mismo en el barrio, un anuncio capaz de penetrar y adherirse,  pero que se desprende con suma facilidad tras  leer que este colectivo de trabajadores alerta contra la posible destrucción de empleo al ampliar los puntos de venta de los cupones a estancos, gasolineras, quioscos, oficinas de correos y supermercados.
Hay momentos del día en los que uno tiene la impresión de estar caminando por el pasillo de una tienda donde, en un lado hay estanterías con productos empleados en la prevención  y extinción de incendios, y en el otro  con variedad de material diseñado para el inicio de las llamas.