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Me encontraba haciendo la compra en una frutería próxima al domicilio,
donde la mayor parte de la mercancía está dispuesta de manera que los clientes
puedan proceder al autoservicio, cuando entra una chica que, dirigiéndose a la tendera con
un trato que evidenciaba cierta confianza, manifiesta
el deseo de efectuar un pedido y pregunta si podría acercárselo hasta su
dirección, pues según expresa con una naturalidad pasmosa, ‘le da la chapa’
tener que llevarlo ella. Aunque, eso sí, sin apurar, sin rigidez, concediendo un
margen horario amplio; o sea, facilitando las cosas. ¿Dedicar tiempo y esfuerzo a un cometido que
puedes empaquetar a otro? ¡No fastidies! Y, por supuesto, nada de montarse
películas o acudir a disculpas untadas
con vaselina, las cosas como son, con
franqueza, y en el caso de llegar a causar rozaduras o escozores, parece que la
recomendación sugerida de forma implícita es
la colocación de un apósito para mitigar las molestias del morro y la
indiferencia. ¿Estaré perdido o fuera de juego al presumir que, por lo general,
quienes exhalan jeta exigen inhalar aire limpio y saludable?