miércoles, 28 de abril de 2021

Amplitud y capacidad de vuelo

El Día de Córdoba>Opinión>cartas del lector
La Nueva España>Opinión>cartas del lector
El Periódico>Opinión>cartas del lector
El Confidencial>Opinión>cartas del lector
El Periódico Mediterráneo>Opinión>cartas del lector
Hoy>Opinión>cartas del lector
El Comercio>Opinión>cartas del lector
La Opinión A Coruña>Opinión>cartas del lector
El Norte de Castilla>Opinión>cartas del lector

El concepto de libertad parece ser tan dúctil y maleable como la plastilina, pudiendo moldearse a voluntad hasta darle la forma ideada, ajustándolo a las necesidades e intereses que más convengan. Y así, llega a pensarse que la libertad es un salvoconducto para hacer lo que a uno le apetezca, interpretando que, por ejemplo, el derecho a la juerga prevalece sobre el deber de respetar las eventuales medidas preventivas de salud pública establecidas frente a una pandemia como la actual. Sin embargo, la vida en sociedad requiere aceptar normas, no se puede pretender ir por la autovía de la libertad desdeñando los límites de responsabilidad y consideración hacia los demás. La libertad no se reduce a la posibilidad de elegir personalizar el vehículo, de cambiar de compañía telefónica o de tomar copas hasta perder el control, sino que tiene más que ver con la amplitud y capacidad de vuelo de cuestiones como el amor, la sexualidad, el ejercicio periodístico, la expresión artística, la actividad política o la emancipación juvenil.


sábado, 17 de abril de 2021

Credibilidad

La Opinión A Coruña>Opinión>cartas del lector
El Norte de Castilla>Opinión>cartas del lector
El Diario Montañés>Opinión>cartas del lector
La Nueva España>Opinión>cartas del lector
Hoy>Opinión>cartas del lector
El Confidencial>Opinión>cartas del lector
El Correo>Opinión>cartas del lector
El Periódico>Opinión>cartas del lector
El Comercio>Opinión>cartas del lector

Con cerca ya de 3 millones de personas fallecidas en el mundo como consecuencia del COVID-19, es decir, una cifra cercana a la totalidad de la población de Cantabria y el País Vasco, ideas como que la pandemia es una falacia construida desde las élites políticas y económicas para justificar el recorte de libertades y derechos democráticos, que la utilización racional de las mascarillas causa más perjuicios que beneficios en la salud de la población y que la vacunación no garantiza una mayor protección frente al contagio y la enfermedad, parecen tener una capacidad de difusión pública elevada en términos cuantitativos, aunque con no demasiada germinación en una sociedad donde tiene mayor credibilidad la palabra honesta y acreditada de la ciencia que la voz incompetente o fraudulenta de la confusión interesada. Con independencia del abanico de opiniones y versiones sobre las intenciones ocultas que hay detrás de la pandemia, lo que hasta ahora resulta una certeza es que, desde la llegada de las vacunas a las residencias de mayores, el número de muertes en estos centros ha caído en picado.


lunes, 12 de abril de 2021

La sombra proyectada

La Opinión A Coruña>Opinión>cartas del lector
El Confidencial>Opinión>cartas del lector
La Nueva España>Opinión>cartas del lector
El Comercio>Opinión>cartas del lector
El Periódico>Opinión>cartas del lector

De las compras online realizadas hasta el momento, no recuerdo haber obtenido información relativa a la persona destinada a efectuar la entrega del pedido, aunque tampoco he sentido la necesidad de conocer aspectos como el nombre, el sexo o la imagen de quien pica al timbre para realizar una labor con la consideración de actividad esencial durante la pandemia pero que, en realidad, tiene un escaso reconocimiento social. Al fin y al cabo, saber de antemano la identidad del trabajador, no parece que contribuya a endulzar la experiencia e incrementar la calidad del servicio prestado. Es lamentable y repulsivo que, aprovechando la información facilitada por algunas plataformas digitales sobre la identidad del repartidor que se va a presentar en el domicilio, haya depredadores sexuales disfrazados de clientes que utilicen la ocasión para acosar a unas trabajadoras en circunstancias de vulnerabilidad. Y, además, cabe la posibilidad de que la víctima sea penalizada laboralmente por tener una calificación digital negativa por parte del acosador, eso depende del ánimo y el sentimiento de venganza ante la negativa a satisfacer unos servicios indeseados y en ningún caso contratados. Aunque la superficie de la sombra proyectada por la cultura machista disminuye con el progreso social, aún es bastante compacta y extensa.