miércoles, 7 de septiembre de 2011

Dieta infantil

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En la mayor parte de las habitaciones de nuestros hijos hay más juguetes que en todo un pueblo de otras zonas del mundo y, sin embargo, parece que ello no les garantiza mayores cuotas de felicidad que las sentidas por los menores de sociedades más humildes. Que un chico denuncie a sus progenitores porque considera que el derecho que le asiste a mantener una vida contemplativa y un regular ritmo de consumo y disfrute de servicios ha sido limitado, la verdad, es un hecho que no entraba en los cálculos de generaciones anteriores. ¿Es cabal y saludable una sociedad en la que el horizonte de la dicha individual es proporcional a la posesión y acumulación de bienes materiales, a la ostentación o al frívolo famoseo? Y si, como indica Eduardo Punset, los menores no son educados para gestionar sus emociones, ¿no existen en la dieta infantil demasiados nutrientes que facilitan el camino hacia la frustración, la depresión o la desdicha?