Ángeles Caso, en su artículo del 17 de
febrero confiesa no entender por qué el mercado laboral prescinde de la
experiencia, en base a qué criterios la sociedad tiende a desplazar a las
personas una vez pasada la frontera de los cincuenta, y, como
consecuencia, muestra preocupación ante la salida de precariedad prevista para
buena parte de la población que tiene la osadía de alcanzar la madurez.
Hace unos días, vi un video en Internet
donde el profesor José Luis Sampedro decía a los jóvenes estudiantes de una
universidad que el ser humano había logrado desarrollar tecnologías de gran
complejidad y sofisticación, aunque en un contexto social huérfano de sabiduría,
elemento imprescindible para llevar a cabo el cultivo extensivo de la dignidad,
fraternidad y felicidad en un mundo que alberga demasiada insensatez y
sufrimiento. Una
educación y cultura rica en conocimientos técnicos pero pobre en humanidad y
sentimientos, ¿es un buen proyecto?