miércoles, 29 de abril de 2015

Sentido común y proporcionalidad

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Cuando tiene lugar un hecho de violencia inusual protagonizado por un menor de edad,  como el terrible y mortal ataque llevado a cabo por un adolescente de trece años días atrás en un colegio de Barcelona, emergen comentarios, opiniones y propuestas que, al calor del drama y el frio del desconocimiento causal, dictaminan y trazan líneas reparadoras a los pocos minutos de saltar la noticia a los medios de comunicación. Pueden sugerirse análisis psiquiátricos a los alumnos, demandar la instalación de arcos para detectar metales en las entradas de los colegios, centrar el foco de la responsabilidad en las familias, otorgar el reconocimiento de autoridad pública a los docentes o solicitar la bajada de la edad penal a los diez años, sin embargo y, como se suele decir, hay asuntos en los que las prisas no son buenas consejeras. Son muchos los factores que pueden influir en la  conducta humana y considerable la imprevisibilidad de nuestras reacciones, así que,  antes de lanzarse a la aventura y  matanza de moscas a cañonazos, ¿no será recomendable disponer de datos objetivos, así como  conocer las conclusiones de los profesionales?