martes, 7 de abril de 2015

Fronteras y sensibilidad social

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Hace unos días, al escuchar una noticia que resaltaba los índices de pobreza infantil en España y la  posición ocupada por nuestro país en  tan lamentable ranking  de  la Unión Europea, tuve la sensación de que los datos sobre las condiciones de vida de los pueblos se difunden y perciben como si se tratase de la clasificación de las naciones  en las Olimpiadas   y los Mundiales o de los equipos en las ligas de fútbol nacionales. Sin embargo, lo destacable de situarse en los primeros o últimos puestos de ciertas listas no es la intensidad de los aplausos  ni la cantidad de medallas y copas obtenidas, sino los desequilibrios existentes en  cuestiones relacionadas con el bienestar de millones de personas.  De estar en la zona de arriba de la tabla mundial a estar en la de debajo, puede significar que la esperanza de vida al nacer sea de 84 ó 42 años, así como que haya cinco médicos por cada 1.000 habitantes o uno para más de 30.000  ciudadanos.  Cifras y estadísticas que, en función de los resultados nacionales,  son contemplados con mayor o menor  indiferencia o preocupación. Parece que las fronteras  trazadas en los mapas también delimitan e influyen en la sensibilidad social.