sábado, 24 de abril de 2010

Debemos ofrecer un mundo más decente a nuestros hijos

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Desde la esfera política ha surgido un nuevo término para definir la siguiente etapa o meta social de la humanidad: el desarrollo y la economía sostenible. La verdad es que suena bien, pero, aparte del preámbulo donde se presentan las bondadosas intenciones generales, la duda se plantea a la hora de saber quiénes serán los beneficiarios del progreso y hasta cuándo será sostenible. Porque si sólo se trata de un nuevo logotipo, aunque conservando o, incluso, incrementando las injustas desigualdades sociales, los millones de kilómetros de muros de la vergüenza, las enormes sumas de dinero invertidas en armamento… ¿acaso podemos ya respirar tranquilos?
Cualquier objetivo al respecto será un fiasco si no somos capaces de ofrecer un mundo más decente a nuestros hijos.