El Comercio>Opinión>cartas del lector
El Periódico>Opinión>cartas del lector
La mujer, con apariencia de tener cincuenta y tantos años de edad,
expresaba sus quejas en la cola formada en la panadería mientras esperaba la
llegada de su turno para ser atendida en el mostrador. El enfado de la buena
señora estaba originado porque, según parece, teme que la decisión municipal de
ampliar la gratuidad de viajar en los autobuses urbanos a los menores de 16
años (hasta el momento beneficiaba a quienes tenían menos de 13 años), pueda
ser causa de quedarse sin asiento en muchas ocasiones debido al previsible
incremento del número de usuarios en la línea utilizada de manera habitual. O
sea, el disgusto no tiene que ver con aspectos que pudieran ser considerados
perjudiciales para el interés colectivo, sino por una cuestión que se reduce al
provecho personal. Cada cual a lo suyo y la casa sin barrer.