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Escuchando las opiniones expresadas a
diario en las tertulias anónimas y espontáneas que tienen lugar en las tiendas, cafeterías o calles de nuestros
pueblos y ciudades, parece que es mayor la confianza de los gorriones del
entorno del Museo
Guggenheim Bilbao hacia las personas, que la mostrada en los últimos tiempos por
parte de la ciudadanía hacia los gobernantes
e instituciones. Mensajes como el de “Hacienda somos todos”, empleado hace años
al objeto de concienciar a la población respecto a la importancia que tiene el
juego limpio en la tributación de impuestos, en estos momentos no solo caerían
en saco roto, sino que darían lugar a reacciones cómicas, sarcásticas o de indisimulable disgusto,
pues, según declaraciones públicas de los inspectores, mientras las redes
destinadas a la pesca de la sardina son
objeto de control y mantenimiento periódico, las empleadas para la captura del atún y pez espada presentan grandes y descuidados boquetes. Y
tal como dijo el otro día un pescadero del barrio, una
pieza de 75 gramos no cubre un plato, pero una de 400 kilos da para que coman un buen número de
familias.
¿Es posible crear un clima de
colaboración y acercamiento sin ejemplaridad y equilibrio?
