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Al echar cuenta del coste que hubiera supuesto
comprar las entradas para acceder a los monumentos y museos
localizados en la parte vieja de una población española visitada recientemente,
señalados como puntos de interés en el plano facilitado en las oficinas
de Información y Turismo, fue una sorpresa observar que la suma era equivalente
al importe abonado por dos noches de estancia (incluido desayuno) en una
habitación triple. Puede existir el deseo de contemplar elementos
singulares, así como la curiosidad de conocer aspectos históricos y culturales
de ciudades que tienen el sello de Patrimonio de la Humanidad, pero sin
un bolsillo holgado hay que mirar los exteriores y pasar de largo. En una
situación económica como la presente, un precio de 8 euros para ver
el interior de una catedral, no deja de ser un obstáculo infranqueable o
difícil de superar para muchas personas y familias de este país. Parece que las
cuestiones relativas a la educación y cultura van levantando muros y tomando
distancia respecto a la población.