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La forma elegida para la protesta
y denuncia por parte del colectivo Femen, en la que sus activistas muestran
mensajes reivindicativos escritos en sus cuerpos desnudos de cintura para
arriba, puede resultar escandalosa o apropiada y generar rechazo o simpatía,
sin embargo, considerar que se trata de una manifestación pornográfica,
parece estar fuera de contexto. La verdad es que, aunque uno no permanezca
inerte ante ciertos estímulos femeninos que pudieran ser catalogados como impuros
y pecaminosos, la desnudez de las jóvenes de Femen nunca me ha
transportado al terreno del acaloramiento y la libido, pues es
cuestión de la perspectiva adoptada por los ojos que la contemplan. Aunque
existan miradas que captan insinuaciones de carácter sexual en la imagen
ofrecida por estas mujeres, sus actuaciones tienen el ánimo y objetivo de
condenar y reprobar, entre otros, asuntos como la trata de blancas o la
catalogación del sexo femenino como objeto de placer.
Si se cerraran los perfiles de
las redes sociales que contienen fotografías susceptibles de elevar la
temperatura, tengo la impresión de que habría una masacre digital.
