Si
hay algo que no dejo de visitar en cada certamen de la Semana Negra de Gijón,
es la carpa de Fotoperiodismo, donde las conferencias, discursos y opiniones
acerca de los conflictos armados, injusticias sociales e inquietudes
ciudadanas son expresadas a través del insonoro lenguaje
internacional de las imágenes. Por desgracia, el mundo no es de color
rosa, y así se relata y pone en evidencia año tras año en un pequeño
espacio dedicado a una fotografía distanciada de la indiferencia y el
eufemismo. Ahora que parece plantearse la idea de recuperar los rombos clasificadores
de los contenidos televisivos y cinematográficos, limitando o indicando la
conveniencia de los mismos conforme a la edad del público, cabe preguntarse si
el objeto de preocupación residirá fundamentalmente en aspectos naturales
como la desnudez y el sexo, o si los tentáculos de la recomendación y
vigilancia acabarán sucumbiendo a la tentación de tener presencia en cuestiones
que, como las retratadas en la exposición mencionada, tengan la
consideración de perjudiciales y molestas. Para proteger a los menores, ¿será
adecuado advertir en los informativos de las mentiras y tergiversaciones de
carácter político a las que podrían estar expuestos?