martes, 23 de julio de 2013

De pena

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En un mismo día escucho dos noticias relacionadas con la estética femenina que me dejan fuera de juego. Por un lado, parece que el último grito entre muchas adolescentes de países occidentales es tener los muslos separados, o sea, que pase la luz entre estos cuando se está erguido y con los pies juntos. Aspecto que, en función de la  anatomía heredada, sólo es posible a través de una delgadez que puede comprometer la salud de las chicas y, cómo no, muy  elástico o cuestionable en lo que a belleza se refiere. ¿Quién establece que sin tetas o puente entre las piernas no hay paraíso? El otro asunto, es el referido a una costumbre con bastante arraigo en áreas rurales de Mauritania, consistente en tratar a las niñas como a las ocas destinadas a la obtención del foie gras, es decir,    son forzadas a ingerir alimentos (incluso infligiendo daño físico) con el fin de ofrecer una figura circular que encandile a los futuros esposos, pues estar gorda es sinónimo de hermosura, solvencia económica y acomodación  social. 
Podría decirse que la mujer es como la cerámica, moldeada según las tradiciones y tendencias de la zona. De pena.