Diario Sur>Opinión>cartas del lector
Voz de Cádiz>Opinión>cartas del lector
La Vanguardia>Opinión>cartas del lector
El Norte de Castilla>Opinión>cartas del lector
En un mismo día escucho dos noticias
relacionadas con la estética femenina que me dejan fuera de juego. Por un lado,
parece que el último grito entre muchas adolescentes de países occidentales es
tener los muslos separados, o sea, que pase la luz entre estos cuando se está
erguido y con los pies juntos. Aspecto que, en función de la anatomía
heredada, sólo es posible a través de una delgadez que puede comprometer la
salud de las chicas y, cómo no, muy elástico o cuestionable en lo que a
belleza se refiere. ¿Quién establece que sin tetas o puente entre las piernas
no hay paraíso? El otro asunto, es el referido a una costumbre con bastante
arraigo en áreas rurales de Mauritania, consistente en tratar a las niñas como
a las ocas destinadas a la obtención del foie gras, es decir,
son forzadas a ingerir alimentos (incluso infligiendo daño físico) con el fin
de ofrecer una figura circular que encandile a los futuros esposos, pues estar
gorda es sinónimo de hermosura, solvencia económica y acomodación social.
Podría decirse que la mujer es como la
cerámica, moldeada según las tradiciones y tendencias de la zona. De pena.