viernes, 9 de noviembre de 2012

Quién sabe

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Según se desprende de una encuesta realizada por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el 63 % de las personas con edades comprendidas entre los 18 y 35 años consideran que las profesiones de relacionadas con la agricultura, la ganadería y la pesca  son anticuadas, caducas y se encuentran en decadencia. Que el trabajo en el campo y en el mar es  duro,  sacrificado, modesto en ganancias y pobre en éxito  social respecto a otras muchas actividades, no es algo novedoso, de hecho, muchos de nuestros padres abandonaron sus pueblos y aldeas en busca de alternativas alejadas del arado, las cuadras y las redes. Sin embargo, una cosa es el  estatus alcanzado a través de tan dignas y necesarias labores, en clara desventaja respecto a, por ejemplo, ocupar una silla  de colaborador en un programa telebasura o especular con el precio de los alimentos; y otra,  declararlas prácticamente en periodo de extinción, pues, hasta ahora, aún no ha sido creada una aplicación informática capaz de llenar el llenar el estómago y saciar el hambre.
Con las perspectivas demográficas de cara al futuro próximo y los previsibles estragos causados con motivo del cambio climático,   quién sabe si llegará a tener más valor una barra de pan que un móvil.