Los deberes escolares son una cuestión que suscitan no pocas preocupaciones y/o controversias entre alumnos, padres y profesores en la etapa de la educación obligatoria, tal como se pone de manifiesto en el artículo “La clase en casa” de la sección Psicología (Magazine del 18/III/2012). Por lo observado en el tiempo a través de nuestra hija, en mi opinión, pienso que en este tema entran en juego múltiples factores como, por ejemplo, las técnicas de enseñanza empleadas por los diferentes docentes en cada curso; la coordinación existente en el equipo de enseñantes a la hora de realizar una distribución equilibrada de las tareas, es decir, no estar tres o cuatro días sin nada y después establecer simultáneamente una carga considerable de trabajos; la motivación, capacidad y responsabilidad de los chicos; las actividades extraescolares llevadas a cabo o el apoyo brindado en el seno familiar. Y, en el contexto económico y social del momento, ¿cuántas son las familias que no están en disposición de ofrecer a sus hijos los medios recomendados o necesarios (conexión a Internet, libros de planes de lectura o un entorno físico o emocional que propicie el estudio) para desarrollar adecuadamente las tareas encomendadas en los centros educativos? Pocos o muchos, parece que los deberes continuarán siendo motivo de discrepancias.