Si
se practicara con mayor asiduidad el sencillo y saludable ejercicio mental de
ponernos en la piel del prójimo, la
imagen del mundo no tendría un tono tan oscuro y grisáceo. No serían necesarias
voces y llamadas que, como la realizada por Ángeles Caso en el Magazine del 15
de abril de 2012, apuestan sin ambages por la globalización de la sensatez,
empatía y consideración. Nacer con el sexo femenino o masculino es una cuestión
biológica no elegida (al menos por el momento y por la mayoría de la población);
sin embargo, las costumbres y conductas sociales no son asuntos que decida la
naturaleza. Hechos o situaciones tales como el secuestro y la explotación
sexual, las ablaciones o los matrimonios impuestos sólo serán desplazadas con el empleo de armas que han demostrado su
eficacia en el combate contra la ignorancia, la indiferencia y la injustica. Es
decir, una educación que abra las puertas al respeto, la sensibilidad y la
protección de los derechos humanos sin distinción de etnias, religiones, sexos
o cualesquiera otros aspectos inherentes a las libertades personales.
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