jueves, 29 de marzo de 2012

Mantener la ilusión

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En la última semana he leído en la prensa escrita y digital distintas noticias relativas al sometimiento,  violación y maltrato de mujeres que, lamentablemente, no son hechos aislados o extraordinarios, pues  se repiten en el tiempo y multiplican a lo largo y ancho del planeta.  Un video mostraba a una empleada del hogar etíope  vejada a plena luz del día en una calle de Beirut e introducida  a la fuerza en el vehículo del hombre para el cual trabajaba, se trataba de una mujer de  33 años y madre de dos hijas que, desesperada ante una situación constante de desprecio y humillación,  acabó  ahorcándose pocos días después;   otras  imágenes enseñaban a una adolescente ucraniana  de 18 años hospitalizada tras ser forzada y quemada por varios individuos, una  joven a la que le han amputado un brazo y los dos pies como consecuencia de la despreciable y brutal agresión; y, quedándonos  en casa, la policía libera en Madrid a una chica que presentaba  lesiones  de diversa consideración fruto de los castigos físicos infligidos por una red dedicada a la  prostitución que la mantenía retenida y marcada como si fuera una res.  Con el paso de los años no solo se producen mermas y cambios físicos como pueden ser la aparición de las canas y arrugas o la disminución en la capacidad de visión, sino que también tienen lugar  modificaciones imperceptibles a través de los álbumes de fotos y  de los reconocimientos médicos,  cuestiones relacionadas con la confianza depositada en la evolución cívica y social del ser humano. A cierta edad es normal envolverse en una capa de idealismo,  soñar la universalización de la justicia y la empatía y abrazarse a la esperanza de lograr una situación de bienestar global. Sin embargo, visto lo visto, ¡qué difícil se hace mantener la ilusión  en tan ambiciosos proyectos! Aunque, sin anhelos ni ensueños, ¡qué sombría resulta la vida!