Como explica Javier Gurruchaga en el Magazine del 24 de marzo, siempre he
tenido dificultades a la hora de apreciar esos tabiques que establecen límites
y distancias entre hombres y mujeres, y me inclino a pensar que se trata de
barreras culturales y educativas. Así mismo, comparto la visión de que la savia
del machismo aún fluye con cierta intensidad en nuestra sociedad, pues no solo
queda patente a través de las estadísticas oficiales sobre violencia de género,
así como de las diferencias existentes en materia laboral, sino que su reflejo
tiene presencia en comentarios y chistes, en patéticos programas de televisión
o en una publicidad que reduce la figura femenina a un objeto de vitrina y
satisfacción sexual.