miércoles, 10 de abril de 2013

Lavado de imagen

El Comercio>Opinión>cartas del lector


No importa demasiado que uno haya sido un vecino irrespetuoso e intratable, un trepa sin principios ni dignidad, un discípulo aplicado en la doctrina del abuso y  la humillación,  un entusiasta devoto de la indiferencia y la  insensatez,  un desleal que exige fidelidad, un fundamentalista del nepotismo y  la arbitrariedad,  un incondicional de la estafa y la malversación portando el disfraz de la honradez e interés general, un hincha de la intolerancia o un amante apasionado de la  especulación que esparce sin miramiento la semilla del hambre y la necesidad…,  pues, llegado el momento del punto final, hay agencias que proporcionan plañideros profesionales, actores entrenados para fingir tristeza y lavar la imagen del difunto en el sepelio. Si la ética y la justicia han sido cuestiones  menospreciadas durante la vida,  la despedida puede aderezarse con unas dosis de cuidada hipocresía.