Qué es más vergonzante y escandaloso,
¿el desnudo público y reivindicativo de un reducido grupo de jóvenes
activistas, o la situación de desigualdad y pobreza social que lleva a miles de
mujeres a ejercer la prostitución para adquirir alimentos, pagar la vivienda,
vestirse o costear los estudios universitarios? La forma de protesta y
denuncia elegida por las integrantes de Femen, organización ucraniana que sueña
y trabaja por la configuración de una sociedad más justa y humana, puede
resultar más o menos acertada y concitar mayor o menor apoyo, aunque, a tenor
de lo visto, no parece haber sido un fiasco. De hecho, ¿habrían dado
lugar a un reportaje en una revista (Magazine, 27/V/2012) editada y
divulgada a miles de kilómetros si hubiesen optado por llevar
una pancarta o camiseta con un eslogan?
Indecente y deplorable es hacer turismo
sexual para acostarse con menores de edad, no tratar de impedirlo a través de
acciones pacíficas.