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Con el fin de preservar la salud de las personas y/o evitar daños materiales o medioambientales, los envases con productos químicos llevan pictogramas y advertencias que alertan sobre los riesgos del contenido, los aparatos que se conectan a la red eléctrica van acompañados de instrucciones de seguridad y mantenimiento, y las cajetillas de cigarrillos tienen fotografías y mensajes que informan acerca de los perjuicios originados por el humo del tabaco. En cambio, millones de niños son víctimas de la explotación y el maltrato, secuestrados y obligados a participar en los horrores de las guerras; el número de menores y mujeres forzadas a ejercer la prostitución es creciente; casi el 15% de la población mundial padece los efectos de la falta de alimentos y unos 800 millones de habitantes carecen de agua potable; y las desigualdades sociales toman una línea ascendente. Ante problemas de esta magnitud, ¿para cuándo serán consensuadas y elaboradas las normas internacionales y aunado las voluntades y esfuerzos dirigidos a minimizar los peligros intrínsecos de la codicia e indiferencia? Bajo el propósito de contribuir a la sensibilización y concienciación de los ciudadanos al respecto, ¿qué tal si los billetes y monedas llevaran texto e imágenes que evidencien sus destructoras y crueles consecuencias?
Si los australopitecos levantaran la cabeza es probable que se llevaran una desagradable sorpresa: ¡tantos años de evolución para llegar a esto!
