jueves, 22 de julio de 2010

Esclavitud sexual

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La Voz de Asturias>Opinión>cartas del lector(26/07/10)

Excepto que se viva bajo unas condiciones de conciliación, hermanamiento o familiarización con el horror, cuando se leen noticias como la de la adolescente (de 15 años de edad) rumana que ha sido liberada en Barcelona de las deleznables garras de unos proxenetas que la obligaban a ejercer la prostitución durante jornadas de 12 horas y la sometían a torturas, es improbable que uno no tenga sentimientos de indignación, que la sangre que fluye por la venas no tienda a la ebullición.
La lengua es rica en términos para calificar a semejantes personajes y situaciones, pero, de qué herramientas dispone la sociedad para luchar contra tan abominables prácticas? Lógicamente, ante un problema que tiene diversas raíces y se extiende por todas las ramas sociales no sirve una única receta.
Para frenar la inhumana escalada de esclavitud sexual que, principalmente, tiene por víctimas a las mujeres, hay que educar y concienciar a las personas desde la infancia acerca del valor que representa el respeto a los derechos humanos; es imprescindible desarrollar políticas dirigidas a evitar la pobreza, precariedad, discriminación o marginalidad de la población, pues las esclavas o trabajadoras del sexo no suelen proceder de familias o entornos solventes; debe existir una decidida e inequívoca apuesta institucional para perseguir y sancionar el secuestro y la subyugación.
Pero, sin duda alguna, en una cuestión como esta los ciudadanos no pueden echar balones fuera, porque quienes pagan por acostarse con niñas o adultas retenidas contra su voluntad tienen rostro, nombre y apellidos.